El Cardenal Jaime Ortega Alamino parece haber vendido su alma al Diablo hace mucho tiempo, y no es que se incline por la ideología comunista; muchos han sido los halagos de este santurrón a la Dictadura de los Castro. Abrazos y besos hipócritas, seguramente retribuidos por cifras millonarias de los Marxistas en el poder.
Si el Cardenal Alamino transitara por los caminos de Cristo y sintiera en su corazón lo que sufrió el Salvador, tal vez no negaría con tanto descaro que en Cuba hay Prisioneros Políticos con más de 20 años de condena cumplidos, y en condiciones infrahumanas de vida. Bien se ve que este Reverendo jamás visitó una Prisión, o uno de los barrios insalubres y marginales donde viven muchas de sus familias, y mucho menos socorrió a uno solo de los cientos de desamparados que pululan en toda Cuba.
Bien le vendría una condena por corrupto y cómplice de los crímenes e injusticias cometidas por la Tiranía, una condena por traicionar a Dios, y que fuese a cumplirla allí donde cientos de hombres dignos y valientes hoy son torturados de forma sutil y premeditada, muchos de ellos ancianos gravemente enfermos.
Esos Presos Políticos que el Cardenal Ortega niega, tienen más moral, practican más la fe cristiana, y poseen más voluntad humanista que el Señor Arzobispo de la Habana.
Desgraciadamente hay muchos pillos encubiertos haciéndole el juego y riéndole la barbarie al régimen, ellos algún día tendrán que rendir cuentas por su traición al pueblo cubano.