No quisiera pecar de absoluto, pero sin temor a equivocarme puedo afirmar que la mayor parte de los centros comerciales dedicados a la venta de productos cárnicos y otros productos alimenticios en la isla, incumplen las más elementales normas de higiene.
En Cuba las altas temperaturas no son exclusivas del verano, por tanto el riesgo de contaminación de los alimentos siempre está presente.
En un breve recorrido por unidades de venta en el centro de la Habana, pertenecientes al sector estatal, el pasado sábado 14 de Noviembre; comprobé en el Mercado Agropecuario de Águila y Dragones, una gran cantidad de carne de cerdo expuesta a la intemperie, en una tarima al alcance de la mano de cualquiera de los cientos de transeúntes que por allí circulaban.
No hay que ser un experto para saber que el producto, corría un alto riesgo de contaminación, mucho más, por estar a merced de las moscas y el calor sofocante.
Creí que era mi día de suerte, pues frente al mostrador coincidí con una inspectora del Instituto de Medicina Veterinaria a quien me dirigí con respeto, cuestionando las violaciones higiénico-sanitarias a la vista.
“No puedo contestar nada”, dijo tajante. “Mi director nos ha dicho que no estamos obligados a conceder explicaciones al público.”
La Dra. Inspectora, Yamilé Tarde (acreditado en el solapin que portaba) no respondió ninguna de nuestras preguntas, dirigidas todas a obtener su ayuda, dadas sus funciones de encargada estatal de velar por esa higiene, a la vista vulnerada.
Lamenté lo sucedido, porque allí se ponía en juego la salud de la población, y la funcionaria encargada de llamar al orden, certificaba lo contrario, y se convertía en cómplice de violar las normas higiénicas. Me marche del lugar convencido de la destrucción e indolencia moral a la que nos conduce a diario el sistema socialista.
Más adelante entré al Centro Comercial: Variedades Monte, donde el calor del mediodía era insoportable; allí también se violaban los requisitos de higiene en la comercialización de alimentos. Picadillo de soya, dulces, queso y cakes destapados y expuestos para la venta.
La administradora del establecimiento, Moraima Pérez, nos dio una respuesta lógica y razonable: “Lo que se necesita son exhibidores refrigerados, y si el Estado que es el dueño, no se preocupa por buscarlos…, ¿qué podemos hacer nosotros?”
Lamentablemente, en mi recorrido no pude comprobar las mejores medidas higiénicas que garanticen la salud de los consumidores, por eso no pocas personas aseguran que no comen, ni toman nada en la calle, y prefieren llegar a sus casas.
Cuantos valores éticos perdidos.
Hasta las normas higiénico sanitarias básicas desaparecieron tras más de medio siglo de involución revolucionaria.