Según un informe de la Organización para la Agricultura y la alimentación de Naciones Unidas (FAO), tan solo con el 25% de los alimentos que se desperdician le salvaría la vida a unos 795 millones de personas que corren peligro de muerte por desnutrición, e incluso, bastaría para cubrir las necesidades de los más de 870 millones que padecen hambre.
El desperdicio de comida no solo es uno de los principales factores de inseguridad alimentaria, también es consecuencia y símbolo de la ineficacia de los sistemas de distribución y consumo en el Primer y en el Tercer mundos.
Cuba, un país subdesarrollado y supuestamente bloqueado económicamente por más de cinco décadas, se encuentra entre los países que mayor cantidad de alimentos desperdicia, y no es precisamente la población cubana quien incurre en el despilfarro. Solo basta echar una mirada en los vertederos de basura de los polos turísticos de Varadero, para percatarse de los cientos de toneladas de alimentos que se vierten.
Tras una visita a la cooperativa de producción agropecuaria: Mártires de Barbados, en el Municipio Jovellanos, en Matanzas, pudimos contactar con Máximo Arévalo Jiménez, un septuagenario con el coraje de referir lo mal hecho, aun cuando no se considera un disidente o un “contrarrevolucionario”.
“Yo estuve preso 10 años por sacrificar una vaca de mi propiedad para alimentar a mi familia, no me avergüenza decirlo…, aquí en la cooperativa hay una recría de ganado de ceba para el turismo, y otros altos organismos del estado y el gobierno; mensualmente se embarcan decenas de reses al combinado cárnico, con la finalidad de abastecer a los que están autorizados a comer carne en este país, pero… es triste ver los desperdicios alimentarios que desechan en los hoteles y casa de visita del Partido, que vienen a parar a la cochiquera del MININT aquí cerca, cuartos de res, piernas de jamón, toneladas de pollo, embutidos de todo tipo, y el pueblo pasando hambre. ¡ Y pobre del infeliz al que sorprendan cogiendo el mas mínimo pedacito”, concluyó Máximo.
Recorriendo el vertedero de basura de la municipalidad de Cárdenas, pudimos contactar con un ciudadano desamparado, al que todos apodan “El buitre”, ampliamente identificado con el vertimiento de basura, al punto que reside en el vertedero y sobrevive de lo que adquiere del mismo.
“Tengo 65 años, y llevo 15 aquí entre los desperdicios, con los alimentos que se botan aquí, sobradamente se alimenta a la población de Matanzas, y sobra para otras localidades…” argumentó.
“Esto es criminal, vierten toneladas de azúcar mojada, arroz, garbanzos, fideos y mucho laterío vencido de carnicos, vegetales en curtido y dulces, leche en polvo, queso y Yogurt de soya del combinado lácteo, producciones enteras que se les echan a perder o no tienen la calidad requerida para la venta. Los productos cárnicos eso es lo más desperdician, camiones enteros de pollo, bandas de puerco, toneladas de pescado y marisco que se les echan a perder por falta de frío. ¡Esto es un desastre!, aquí vivimos unas 20 personas, a veces vienen, nos desalojan y nos queman los ranchos, pero cuando baja la marea regresamos.”
Al preguntarle si logran vender alguno de esos productos, el anciano se pasa la mano por la cabeza y refiere: “Siempre se vende algo, a mucha gente que viene fundamentalmente en busca de alimentos y bebidas, a los cárnicos les dan candela, es cruel con tanta gente pasando hambre en este país, pero que se le va hacer; los que dicen ser revolucionarios no entienden y cumplen ordenes, aquí no solo botan desperdicios de varadero, también las unidades militares y el combinado cárnico de las FAR de Ceiba Mocha, de Cárdenas, todos tienen algo que tirar.” Enfatizó para concluir, y salir corriendo tras un camión con rótulo de la fábrica de ron Arecha.
Según las estadísticas recopiladas para concluir este reportaje, un residente de un país rico puede botar entre 95 y 115 kilos de comida al año, mientras que en el África subsahariana y en el sureste de Asia, esa cantidad es solo de entre 6 y 11 kilos, mientras que en Cuba el pueblo de a pie no se puede dar el lujo de desperdiciar ni una sola onza, los cubanos símbolo mundial de resistencia, institucionalizados con una cartilla de racionamiento por más de medio siglo.
Después del triunfo de los barbudos, la proteína se perdió de la mesa del cubano, solo una minoría en el poder pudo continuar esa tradición alimentaria incluso para desperdiciar. Ciertamente el futuro no ofrece más que desesperanza, y algún que otro suplemento de la carne como la “Moringa”, aconsejada por algún que otro vesánico.