En Cuba de hace un tiempo a la fecha está muy de moda levantar como símbolo de adoración las banderas y blasones de algunos países.
Muchos son los autos antiguos o modernos, que cruzan ante nuestros ojos ondeando en la ventanilla o en la antena de cola, un estandarte foráneo; asimismo es notorio que las insignias de algunos países floten en las azoteas y portadas de edificios, casas y establecimientos privados.
Curiosamente, después del restablecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU, la población cubana ha podido exteriorizar su amor y respeto por la desafiante insignia de las barras y las estrellas; tal vez con marcada simpatía con el país que solidariamente ha acogido a millones de familias cubanas, símbolo de libertad, desarrollo y oportunidades…
Lo cierto es que lo mismo flamea la bandera americana, que la canadiense o la de los ingleses, muy común la Brasileña y la Italiana.
Difícil encontrar una bandera Rusa, tal vez por rencor, debido al daño ideológico que nos impusieron. Muchas otras son ignoradas, quizás por que no resultan de fácil acceso en el mercado, como la nuestra.
La mayoría de los cubanos recuerdan aquellos versos de Bonifacio Byrne que tantas veces martillaron la conciencia como doctrina de aislamiento: “Que no deben flotar dos banderas, donde basta con una, la mía.”
Nadie puede olvidar tan fácilmente que hasta ayer como quien dice, al que sorprendieran portando una bandera estadounidense, aun en el interior del rincón más escondido de la casa, era víctima de la censura y tipificado como divisionista ideológico.
¿Cuantas veces el régimen y su política dictatorial quemaron esa bandera, junto al muñeco de paja que representaba al “Tío San.”
Lo cierto es que el emblema o gallardete extranjero está de moda en la isla, y no es extraño que la gente respete y distinga ese tipo de símbolos, pues de alguna forma nos unen orígenes, o historia con la comunidad internacional; por desgracia perdimos más de medio siglo aislados, y con una venda impuesta en los ojos.
Todavía muchos aferrados miran con odio la insignia norteamericana, mientras otros la portan con orgullo hasta en pullover, camisetas y abrigos.
¿Se perdió la cubanía, o se trata de un gusto, moda, o rebeldía de un pueblo cansado de absurdas ideologías antidemocráticas?