“A la juventud cubana le hace mucha falta hacerse sentir, de nada sirve militar en organizaciones como la UJC, la FEU o la FEM, todas carentes de autonomía, creatividad e independencia para asumir el reto de defender los derechos de los jóvenes”.
Ese es el criterio de Yaumel Tamayo Reyes, joven de 23 años de edad que reside en la ciudad de Camagüey y es el protagonista de este reportaje.
Yaumel se graduó como Licenciado en Psicología de la Salud en el 2015. Permitamos que sea el mismo el que desahogue toda la desilusión que lo embarga.
“Nací en el seno de una familia pobre, mi madre siempre me educó en los principios de la honradez, para ella yo sería el futuro de la familia… No la hice quedar mal. Después de muchos sacrificios y desvelos en la carrera universitaria, y en la confección, y defensa de mi tesis de grado, pude obtener mi título universitario.
En Septiembre fui ubicado en el Policlínico Este, aquí en la ciudad de Camagüey para hacer mi adiestramiento mediante el servicio social, y fue ahí que inició mi desengaño.
El recibimiento por las autoridades del centro de salud fue drástico y cruel…”Estaba en exceso, sobraba en la institución y en la provincia”. Después de haberme quemado las pestañas en mi especialidad durante tantos años, me indicaron que lo único que tenían eran labores de fumigador en la campaña contra el mosquito vector del Dengue, algo que no menosprecio, pero que no fue para lo que estudie una carrera universitaria, no estuve de acuerdo con la oferta y empecé a buscar empleo en otros organismos; encontré trabajo en Educación como psicopedagogo, solicité la baja en el Policlínico, y la directora me informó que no era la baja lo que me correspondía, que me habían aplicado una medida disciplinaria por negarme a incorporarme a la campaña. La medida consistía en: Separación definitiva del centro. Es decir que donde debían guiarme, formarme y prepararme para mi vida laboral, me sancionaban, me expulsaban manchando mi expediente de trabajo sin haber laborado un solo día, por negarme a cumplir “una tarea de choque de la revolución.”
Extendí mi queja a la UJC y el Partido, a los medios de prensa y hasta la CTC nacional; me dirigí a todas las instancias buscando justicia y fue infructuoso, todavía espero respuestas, mientras vendo mangos en una esquina para sobrevivir, con mis sueños y aspiraciones tronchadas, y mis años de estudio colgados en un cuadro en la pared. ¿De que me sirvieron tantos años de esfuerzo y dedicación para obtener un título universitario, si en el país no necesitan psicólogos?
¡Imaginen cuanta frustración puedo sentir! Y este mismo drama lo sufren cientos de jóvenes egresados en toda Cuba, precisamente porque el Sistema Social es imperfecto, autoritario y carente totalmente de futuro, especialmente para las nuevas generaciones, con tanta frustración es imposible creer y confiar en los que dicen ser revolucionarios y han hecho más daño a este pueblo que los antecesores gobiernos de la seudorepública donde eran menos los profesionales egresados de las universidades, pero se les reconocía su perfil y se respetaba su profesionalidad.