En el “Porvenir”, uno de los tantos barrios marginales e insalubres de la periferia camagüeyana, evidencia fehacientemente el legado de la revolución cubana para los humildes.
Una madre soltera implora piedad ante el desamparo que enfrenta junto a sus dos niñas enfermas, conviviendo en una choza declarada inhabitable por las deplorables e inhumanas condiciones que presenta.
Mariana Peñas Mesa es una joven de 28 años de edad, madre de la pequeña Lisandra de 5 años de edad y del recién nacido Reichel, que con solo cuatros meses de haber venido al mundo ya tuvo que enfrentar una riesgosa intervención quirúrgica a corazón abierto de la que milagrosamente resultó salir con vida, tal vez como aferrándose a la luz que lo trajo al mundo y donde se supone deberían respetarle sus derechos y ser feliz, tener cuidados especiales y una vivienda decorosa, algo que su inocencia infantil no le permite aún comprender.
Sumida en la angustia, la desesperanza y el abandono, esta madre cubana llora de desesperación e impotencia pues según comenta.
Ha acudido a todas las instancias del gobierno y el partido en la provincia, también buscó apoyo en las instituciones políticas como los C.D.R y la F.M.C sin encontrar solución ni sensibilidad.
Asimismo declara el lugar donde reside: una choza de madera, piso de tierra, letrina por servicio sanitario y el techo de tejas de cartón deteriorado por el tiempo, lo que permite que la choza se moje cuando llueve, en un paraje intrincado en las inmediaciones de una industria de materiales de la construcción que emana sustancias toxicas y contaminantes, distante a unos 8 Km de hospitales e instituciones de la salud.
Según declara, los médicos que operaron al niño han visitado el lugar, determinando que el recinto es inhabitable y que los niños no resistirán la humedad e infección del lugar, aparejado a la contaminación. “Los especialistas me dijeron que estamos condenados a muerte; de hecho la niña y el niño presenta una bronconeumonía recientemente pero no tenemos para donde ir y vivir. En la calle es peor”.
Situaciones como esta ponen en entredicho el principal objetivo de un sistema social y sus gobernantes. En Cuba el régimen no concibe valores como la generosidad, la solidaridad, el sentimiento de justicia, el respeto de los derechos, y el apego a verdad.
El desamparo de las familias cubanas muestra la falta de conexión entre el gobierno y los ciudadanos a los que dice servir. Ello demuestra la rampante corrupción de la política y la falta de verdadera democracia. Abandonado, traicionado y engañado al pueblo por más de cinco décadas, los máximos dirigentes del país solo están logrando desenmascararse como inmorales, corruptos y asesinos, las pruebas están latentes como el legado de la dictadura.