La muerte sintió pavor al efectuar un recorrido reciente por algunas funerarias y cementerios de la isla, la impopular señora con la guadaña recostada al hombro respiró hondo y lloró con dolor ante tanto irrespeto por los difuntos.
En Cuba los servicios funerarios y necrológicos dicen ser ” gratuitos”, tal vez por ello la calidad de los mismos distan mucho del respeto que entraña la muerte de un ser humano.
Para quien acude a conceder el último adiós a un ser querido en la Funeraria del municipio Marianao, en la capital, jamás podrá olvidar la falta de higiene de la instalación que parte desde el mismo vestíbulo, los baños clausurados y en su lugar unos cajones de facilidad temporal, típicos de los utilizados en las fiestas populares sin ningún tipo de privacidad e inaccesibles por su fetidez y acumulación de excrementos.
La presencia de telarañas, moscas, mosquitos y la falta de iluminación se conjugan para dar un ambiente más fantasmal al sagrado lugar, a todo ello se suma la carencia de velatorios y pedestales para coronas, velas y flores que deben ser ubicadas en el piso.
El servicio solo garantiza dos coronas por difunto, flores colmadas de insectos y carentes de estética, quien desee ofrendas florales de mayor calidad y sin limitantes de cantidad, los funcionarios ofertan las que se expenden en un negocio privado a unos 200 metros de la funeraria, a precios abusivos, donde los que fungen como administrativos de esa entidad tienen intereses personales.
Las funerarias en Cuba, al igual que los cementerios, están subordinados bajo la empresa estatal de Servicios Comunales, el mismo organismo incapaz de solucionar los millares de micro-vertederos de basura a todo lo largo y ancho de la isla, la misma entidad incapaz de reparar los cientos de parques en ruinas en todo el país, entre otros objetos sociales en total detrimento.
Pero todo no termina aquí…conocimos que el traslado de un cadáver hasta la Provincia de Holguín cuesta nada menos que 1,500.00 pesos y si la familia no cuenta con esa cantidad, el cadáver es enterrado en el lugar donde falleció hasta su exhumación al cabo de dos años.
Por suerte la familia Aballes López, protagonistas de esta crónica de sombras y penas que hoy narramos pudo recolectar el dinero y trasladar al difunto…
Pero cuál sería su asombro e irritación al llegar a su lugar de residencia en el municipio Calixto García, de Holguín, y tramitar el depósito del familiar fallecido en la urna funeraria familiar comprobando que funcionarios del camposanto de “Las Calabazas” habían vendido inescrupulosamente el sepulcro y habían enviado los restos que guardaba el panteón a una fosa común.
De estos episodios de profanación de mecanismos turbios, corrupción y vandalismos; hay mucho de qué hablar en la Cuba “revolucionaria”.