Por estos meses veraniegos donde recesan las actividades escolares y la gran mayoría de la familia cubana trata de disfrutar de vacaciones en la medida de sus posibilidades, los problemas del transporte en Cuba se tornan más acuciantes.
Las terminales de ómnibus nacionales permanecen repletas, resulta interminable la aglomeración de personas en lista de espera; el tema es viejo y hasta películas se han realizado al respecto.
La desidia no es absoluta, con 10 cuc por sobre el costo del pasaje, los funcionarios de cualquier terminal, sea de ómnibus, tren o avión, te facilitan un pasaje al momento e incluso te acompañan a abordar el medio de transporte que necesitas.
-“¡Esto es Cuba!”, refería una abuela con sus dos nietos pequeños que dormitaban en un rincón del área de espera en la terminal de Camagüey, el pasado 28 de Junio. Explicaba la anciana: “Aquí estamos desde ayer botados como perros, salí de Tunas en un camión de pasaje con destino a la Habana… ¡una odisea!, como sardinas en lata por el exceso de pasaje y un exceso de velocidad que decidí bajarme aquí. Montarse en un camión de esos es poner en riesgo la vida de mis nietos”.
A solo unos pasos un “buquenque”, pregona y contacta las víctimas que desean abordar el artefacto. ¡Llegó la Bala con destino a la Habana señores, arriba, arriba…por solo 8.00 pesos (cuc) no lo pierdas, más rápido que la Yutong, 6 horas garantizadas a la capital!…, así vociferaba el despiadado cómplice, convenciendo a más de un infeliz, entre los que me encontraba yo.
En poco tiempo se abarrotó los que muchos pensamos era nuestra salvación… “conté 72 pasajeros entre sentados y de pie, el exceso de pasaje era eminente, seguro lo multan en el punto de control de la salida, pensé… Para sorpresa de muchos, los conductores se detuvieron en el punto policial para intercambiar café con los policías y echarle algunos billetes en el bolsillo a los supuestos guardianes del orden interno, en un tramo de 100 km aproximado, la policía detuvo el vehículo tres veces para registrar los maletines y bultos de los pasajeros, nunca le preocupó el exceso de pasaje y si los documentos del conductor estaban en regla, mucho menos el estado técnico de aquel artefacto que alcanzaba una velocidad de 120 km e iba poniendo en peligro la vida de seres humanos impunemente.
Aterrado me bajé en Ciego de Ávila, exigí me devolviesen el resto del pasaje abonado, a la mañana siguiente aborde un ómnibus y cual sería mi asombro, el camión había sufrido un accidente en la autopista nacional al impactar con una vaca, afortunadamente no hubo que lamentar pérdida de vidas; luego escuche la versión de que quien conducía aquel camión de pasaje no poseía permiso de conducir y mucho menos era el porteador privado acreditado legalmente”.
Algunos agentes del tránsito abordaron aquel camión y paradójicamente ninguno se interesó en la legalidad de aquella transportación. ¿Hasta cuándo seguirá reinando el luto en las familias cubanas por la negligencia de unos y la pasividad de otros?
Según los medios oficiales al servicio de la Dictadura, cada año se invierten cifras millonarias en fin de darle solución a la problemática del transporte en la isla, y seguimos, más de medio siglo después, sin una solución.
Me pregunto a donde van a parar esas cifras millonarias. Por lo pronto solo cabe señalizar las deterioradas vías y carreteras de Cuba con carteles que alerten el peligro de: ¡Camiones sueltos en la vía!