El pasado 27 de Enero se efectuó en toda Cuba la celebración del 163 aniversario del natalicio de José Martí, con la tradicional marcha de las antorchas donde la juventud cubana tiene su mayoritaria representación.
En la capital como cada año el acto se efectúa frente a la escalinata de la universidad. Como es lógico no voy a referir los pormenores del homenaje, cargado de las retóricas consignas y los desgastados repertorios musicales de ciertos trovadores carcomidos por la doble moral.
Mi crónica está basada en lo que sucedió después de la actividad, cuando se disolvió en estampida la multitud de jóvenes participantes, en el acto donde también participaron personas de la tercera edad, de esos famosos “comecandelas” que aún siguen comprometidos con la hoz y el martillo.
…un grupo de personas se dispone a abordar el ómnibus (P-5), un tropel de jóvenes dentro del cual se distingue uno grande y fornido llegan a la sazón, apartan con brusquedad a una pareja de ancianos y suben primero al transporte; los agredidos protestan… y mejor no reproducir las respuestas del mocetón. Lo más cariñoso que les dijo fue: “Mira puro, cómprate un carro o paga un taxi…”. Mientras el resto de los jóvenes que habían invadido el ómnibus por las puertas traseras gritaban a coro: “¡Viejo estas no son horas de andar en la calle, y mucho menos de escuchar sermones de urbanidad!”.
A todo esto se sumaron risas y gritos por encima del volumen de la reproductora de la guagua, mientras las botellas de bebidas animaban el desorden y la indisciplina social. Al fin la citada turba llegó a su destino en las inmediaciones de Marianao, y desalojó el transporte tomado por asalto; lo que sucedió después es impredecible…, aún recuerdo con tristeza la expresión del anciano compungido: “Si Martí resucita…”
Y es que es doloroso admitirlo, pero en la actual sociedad cubana la violencia ha pasado a formar parte de la cotidianidad de nuestras vidas, ante cualquier reclamo nos enfrentamos a que la contraparte responda con un insulto, y a veces hasta con la agresión física.
En Cuba el propio sistema socio-político ha engendrado una enorme crisis de valores, la juventud es la principal protagonista del desafuero social, tanto que predomina una llamada: “Alergia por los adultos mayores”, hasta dentro de la propia familia; como si los jóvenes de hoy en día hubieran descubierto la fuente de la eterna juventud.
Vale la pena recordar aquella máxima del escritor Mario Benedetti. “¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de consumo y humo?”