Una vez más se le niega al pintor Pedro Pablo Oliva, Premio Nacional de Artes Plásticas, el derecho a exponer en el Museo de Arte de Pinar del Río, al ser considerada su exhibición como subversiva, por el contenido de las obras que debía presentar, según el criterio de los agentes de la seguridad del Estado.
No es la primera vez que este artista pinareño, humilde y sencillo es víctima de esta ofensa y humillación, los códigos que utiliza en la creación de sus obras no satisface la egolatría de aquellos que dirigen, mandan y ordenan en la provincia pinareña, es como si la Patria estuviera obligada por la voluntad de unos cuantos de vestirse de verde olivo, y no de blanco, rojo y azul.
Toda obra artística encierra un mensaje, el mundo de las artes así lo demuestra, descifrar los códigos estéticos que los artistas utilizan en sus obras, solo pueden hacerlo especialistas en arte o aquellas personas del pueblo cuyo nivel cultural les da la posibilidad de interpretarlos cabalmente.
Esos que tanto poder tienen y que son capaces de decidir quién expone o no, en el museo de artes de la provincia pinareña, no tienen la sensibilidad necesaria y el conocimiento requerido para descifrar y entender la obra de Oliva. La actitud asumida para con el creador deviene pase de cuenta a aquel que no se humilló, ni pidió perdón ante las diatribas lanzadas por los inquisidores del tribunal del santo oficio, por pensar con cabeza propia y sacar sus propias conclusiones sobre la situación política que vive el país. ¿Por qué no aplaudir, y colocar en la frente del artista una corona de laurel como reconocimiento y premio a sus ilimitados esfuerzos, en aras de elevar esta aldea a la categoría de provincia y colocarla en un lugar distinguido en el desarrollo artístico cultural que se lleva a cabo en la Isla?
El arte surge por una necesidad espiritual del hombre, satisfacerla se le hizo imprescindible, es por ello que este pueblo necesita de la obra plástica de Oliva. Nuestros espíritus tienen ansias de ver reflejadas a través de su pincel, la dura y cruel realidad del cubano de hoy. Impidieron presentar su exposición y de esta forma privar a su gente de disfrutarla, grave error, subestimaron la capacidad del artista, el que en franco desafío al enemigo de siempre, terco y obstinado, abrió las puertas de su casa y dejó entrar a quienes le quieren bien, a sus hermanos de clase para el disfrute pleno de su obra, aquella que le prohibieron.
Esa ha sido la acción calamitosa más frustrante que se ha llevado a cabo en este villorrio contra uno de sus hijos, lo tramaron a la sombra con cinismo, y traidoramente le dieron el zarpazo, no tuvieron en cuenta el sentir de su pueblo, pueblo este que no los perdona y más al tratarse de la ofensa a uno de sus hijos ilustres, el que se ha ganado el corazón de todos.