Hoy hace un año de la muerte de Osvaldo Paya y Harold Cepero, y para mí este primer aniversario es de obligado homenaje a ellos y todos los que han sido compañeros de este extenso e inconcluso viaje hacia la liberación definitiva, amigos personales en las situaciones que se derivaron de nuestra decisión de entonces.
Omar Darío Pérez, Adrián Leiva Pérez, Jorge Enrique Rives Peña, Harold Cepero Escalante y Osvaldo Paya, todos -a excepción de Rives Peña- muertos en extrañas circunstancias.
Omar Darío en su chaqueta beige de reportero, su bici china desde la cual daba caza a las noticias, mientras iba proponiendo sus Señoritas (conservo la imagen), esos dulces maravillosos que hacía su madre. Eran aquellos días de apogeo de nuestra Agencia Camagüeyana de Prensa y lo recuerdo yendo y viniendo; después perdí su rastro cuando pasó lo de la cárcel; y me entere en una visita familiar que había desaparecido. Hasta hoy nadie sabe cómo ni dónde; todo cuanto se dijo entonces era que no quería ir a prisión y estaba intentando salir del país de cualquier manera.
Rives se fue de un infarto, ¿sin sospechas? Cayó de su bicicleta también un día de julio, cuatro años antes. Rives fue quien nos llevó a Karina Howard Monteagudo, y ella nos presentó a Harold, Roger y aquel grupo de jóvenes de la universidad de Camaguey que se integraron al Comité Gestor del Proyecto Varela. Roger y Harold al MCL, posteriormente.
Estas palabras de apelación Harold, las escribió en casa unos días después de ser expulsado de la Universidad: “Expulsarnos no es la solución ni para ustedes ni para nosotros, sería mejor preguntarse por qué hay jóvenes que llenan esta inquietud y se preocupan por el bienestar de la patria. Sería bueno que ustedes explicaran a los estudiantes y al pueblo qué es el Proyecto Varela, qué pide, y así dieran a todos el derecho de opinar y escoger”.
“Hoy nos echan de esta universidad por eso. Mañana puede ser a uno de ustedes por el solo hecho de ser diferente, por permitirse pensar”.
Después, siempre compartimos algo Harold y yo: cumplíamos años el mismo día de enero, y Roger Rubio Lima los cumplía al siguiente día.
Eran los momentos en que se decidía el Proyecto Varela. La entrega del proyecto dependía aun de que pudiéramos alcanzar el número mínimo de firmas requeridas. Osvaldo, en analogía a un momento de un filme sobre el descubrimiento de América que esos días se había rodado en la Televisión Cubana, me dijo, en casa de Adrián Leiva (también muerto en extrañas circunstancias, ante la negativa del Gobierno para permitirle legalmente su regreso del exilio):
“Estamos en la parte en que se agotaron las provisiones y no alcanza el agua para regresar. Intentar retornar es una muerte segura, adelante aún hay esperanzas, tenemos el océano. O recogemos las firmas ahora o tendremos que sentarnos a escribir el libro del porque no se pudo hacer el Proyecto Varela”.
Nuestra relación había comenzado cuando iniciamos en Camagüey a finales del 2000 la recogida de firmas; luego creamos el núcleo del Consejo coordinador del Movimiento Cristiano Liberación y el Comité Gestor del Proyecto Varela. Entonces éramos un pequeño grupo que renunciamos a nuestra organización -el Movimiento por los “Derechos Humanos 10 de Diciembre”- para integrarnos en el MCL.
Adrián Leiva Pérez, quien apareció ahogado en una playa de La Habana sin más y quien en ocasiones fue acusado de pertenecer a la Seguridad del Estado por algunos, fue el artífice de aquella integración, fue el “agente”, pero el agente aglutinante que permitió que el grupo creado en Camagüey aportara más de 3 mil firmas para el Proyecto Varela.
Los Comité Gestores en Santiago de Cuba con José Daniel Ferrer, el de Pinar del Río con Fredesvinda Hernández Méndez, y el nuestro en Camagüey, fueron los que más firmas aportaron a la campaña; nosotros sobre todo para la segunda entrega, que se realizó estando ya en prisión en octubre del 2003.
Toda aquella epopeya que fue el proyecto Varela y el posterior reconocimiento alcanzado por el MCL, lo resumía Osvaldo el día después de llegar a La Habana (luego de haber recogido en Estrasburgo el premio Sajarov) en estas palabras: Nada de esto hubiera sido posible si no se hubieran recogido las firmas.