Hace unos días el régimen cubano hizo público el acceso a Internet para la población de la isla. El anuncio fue recibido con grandes augurios por muchos medios masivos de difusión de todo el mundo, quienes lo calificaron como un avance en las planteadas reformas del general Raúl Castro. Pero del dicho al hecho va un buen trecho.
La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A., ETECSA, propiedad del estado cubano, habilitó 118 centros en diversos puntos del territorio nacional, mayoritariamente en la capital cubana, para brindar este servicio, los cuales no han tenido la demanda augurada por el gobierno. La razón es más que elocuente. El precio de $ 6.00 pesos convertibles -los populares chavitos– es algo prohibitivo para el ciudadano medio, cuyo salario promedio no sobrepasa los 25 dólares mensuales y tiene que debatirse entre comer, vestir o sentarse ante una computadora.Pero las autoridades cubanas vuelven a mentir descaradamente. Estos locales ya existían desde mediados del año 2000, cuando fueron habilitados en zonas postales de la Empresa de Correos en las cabeceras provinciales para el uso público, mediante el pago de una tarjeta cuyo valor ascendía a un dólar la hora. La ventana abierta duró poco. Ante la avalancha de cubanos para navegar por Internet, para comunicarse con sus familiares y conocer la realidad del mundo exterior, las mismas fueron cerradas por poco tiempo y reabiertas nuevamente con el bautismo del cartelito de “Solo para extranjeros”. Nuevamente los cubanos fuimos relegados al nivel de quinta categoría. Yo mismo fui uno de los que sufrí esta segregación informática.
A partir de mediados del 2001 los locales de las zonas postales, el cibercafé existente en el Capitolio Nacional, los de los principales hoteles de La Habana y de los polos turísticos de la isla recibían a los autorizados extranjeros, así como cubanos con abundantes dólares en el bolsillo, amigos o ¨socios ¨ de trabajadores de estas instalaciones, quienes violando lo ordenado, autorizaban su presencia en las mismas.
La entrada en vigor de la supuesta liberación del uso de Internet para los cubanos es otra trampa más del régimen castrista para entrometerse en la vida de los ciudadanos. Primero, la conexión se establece a través de un servidor de ETECSA, lo que permite filtrar y fiscalizar cualquier correo electrónico o comunicación que se realice desde Cuba. En segundo lugar las tarjetas Nauta, las únicas autorizadas y vendidas por el ente de las telecomunicaciones cubano, es una mordaza legal de estricto cumplimiento, ya que en el apartado 6 de las “Condiciones Generales para el Servicio de Acceso a Internet. Obligaciones del Usuario” señala: No usar el servicio para realizar acciones que puedan considerarse por ETECSA o por las autoridades administrativas y judiciales competentes, como dañinas o perjudiciales para la seguridad pública, la integridad, la economía, la independencia y la soberanía nacional…
Más claro, ni el agua. Lo que supuestamente es un derecho ciudadano se convierte en otra forma de espionaje, con el mensaje explicito e implícito de sufrir penas de cárcel por la aplicación del Decreto-Ley 88, conocido popularmente como Ley Mordaza, al ser considerado como enemigo y traidor a la patria. Nuevamente el terror sicológico flotando sobre la cabeza de quien piense decir la realidad de lo que ocurre dentro de Cuba, en esta ocasión por medio de la red de redes. Nada, que mientras el totalitarismo castrista domine la isla de Cuba, nos seguiremos comunicándonos con más seguridad mediante señales de humo y palomas mensajeras.
Houston, TX, 8 de junio 2013