A través de una nota publicada el 26 de Nov de 2014 en Diario de Cuba, en relación a un mensaje en Facebook de Darsi Ferrer sobre la Sección de Intereses de EEUU en Cuba, hemos conocido el reproche de nuestro hermano al desempeño del actual equipo de funcionarios consulares encargado de tomar las decisiones sobre los asuntos de su competencia. Sin llegar a formular ni insinuar alguna valoración sobre este tema, me siento compelido a narrar una situación personal que me ha tocado en esta Sección, pero antes debo señalar algunos elementos aclaratorios.
En primer lugar agradezco el servicio de conexión gratuita a internet prestado en los CRI (Centro de Recursos Informativos) de esta Sección a cualquier cubano que lo solicite, algo que no tiene paralelo en ninguna sede diplomática acreditada en Cuba, así como los diversos cursos de superación que de continuo se ofrecen en iguales condiciones. De manera especial quiero destacar la ayuda material recibida –cámaras fotográficas, laptop, memorias, etc- sin la cual sería imposible la realización de nuestra labor contestataria. Por otra parte, no es ocioso mencionar que en más de seis años asistiendo a los CRI nunca he sido objeto de la más mínima reconvención, y mis relaciones con las técnicas encargadas de los centros son, mas que cordiales, cariñosas.
Por estas y otras razones de mas larga mención, no logro comprender la actitud de las funcionarias del Departamento de Prensa y Cultura –único con que mantengo limitadas relaciones en la SINA – en relación con mi persona, y para su evaluación diré con toda franqueza y claridad de qué se trata.
El 23 de septiembre sostuve una entrevista en este Dpto, donde expliqué mi labor como Promotor del Proyecto Cuba EXIGE, -en el que hasta el momento1 630 cubanos y cubanas de la isla nos hemos juntado exigiendo un cambio de régimen para nuestra patria- y que para continuar mi labor necesitaba apoyo material, consistente sobre todo en que se me cambiara una cámara de video flip cam por otra diferente, pues estas cámaras usan baterías AA, muy escasas y costosas, -fuera de mi alcance económico al carecer de medios hasta para comer- y se me facilitaran cartuchos de impresora. Se me dijo que en una semana recibiría respuesta, y después de transcurridos dos meses ya no tengo esperanzas de dejar de ser ignorado.
Digo estas cosas en primer lugar por ser completamente ciertas, y si por decir mi verdad he concitado el odio de la impúdica y criminal mafia castrista, no debo temer decirla aunque involucre a funcionarios del país mas solidario con nuestra causa, ni debo temer a alguna sutil represalia que por esta declaración pudiera sobrevenirme, y que en nada me satisface tener que publicar. No olvido el proverbio español que aconseja no decir ni hacer nada antes de saber toda la verdad, pero dos meses es demasiado tiempo dadas las condiciones en que nos desempeñamos los disidentes dentro del feudo Gran Birán. En segundo lugar, no creo que me corresponda preguntar qué ocurrió con mi respuesta, pues desde mi percepción de la vida sería lesivo a mi dignidad, único caudal que poseo además de la vida misma. Quizás haya habido suficientes y poderosas razones para darme la callada por respuesta, pero no están en juego consideraciones personales ni egocéntricas, sino el destino de nuestra patria aquejada de un cáncer social que amenaza la propia sobrevivencia de nuestra nación, que ve en la salida del país la única esperanza de salvación. Creo estarme expresando no solo en mi nombre, sino en el de muchos ciudadanos que anhelamos un destino mejor para nuestra tierra. Por último, tampoco me detiene la pueril idea de que mi transparencia revele algún secreto que deba ser celosamente guardado, pues es de público conocimiento que nosotros recibimos estas ayudas. Sería risible considerar que mi elocuencia pueda dañar el sagrado interés de darnos un estado de derecho, pero a veces los desatinos encuentran terrenos fértiles.
Para que no se me impute condescendencia paternalista al describirle mi trabajo a quienes no lo conozcan, o lo conozcan poco, o mal, referiré las opiniones de otras personas: “una consulta popular” (Antonio Rodiles) “un acto plebiscitario” (Elizardo Sánchez) “un plebiscito multimedia” (Francisco Sau) “un plebiscito con imágenes” (Blas Anaya) y “una de las más interesantes iniciativas que, al menos yo he visto en los últimos tiempos acá dentro de la sociedad civil en Cuba”, “una iniciativa única” (Manuel Cuesta Morúa).
Al parecer, el Dpto de Prensa y Cultura de la SINA pudiera coincidir con otras personas que devalúan esta iniciativa. Actitudes comprensibles si se tiene en cuenta nuestra idiosincrasia, según la cual es frecuente el menoscabo de la labor ajena, quizás por considerar que disminuye nuestra autoestima; reconocer el merito del trabajo de otros nos reduce, pero qué tendría que ver en esto la naturaleza anglosajona.
Concluyo, y pienso que tal vez el Dpto resuelva darme una tardía respuesta, para no hacer causa común con la dinastía en función de acentuar el aislamiento a mi persona y trabajo, tomándose como muestra de ello el bloqueo a mi línea móvil (53341878) desde el 3 de enero hasta la fecha.
La Habana, 27 de noviembre de 2014