La Habana, noviembre de 2013. Con la llegada del invierno, Cuba no se salva del impacto social negativo, que trae consigo el incremento del turismo; en la isla se reconoce como la temporada alta y especialmente en la Habana se dispara la enorme oleada de vicios, prostitución y crimen callejero; dando lugar a nuevos actores y grupos de presión que incluyen a jineteras, jineteros, chulos y luchadores.
Oficialmente en Cuba no existe una ley que prohíba la prostitución, pues en 1979, se eliminaron del código penal este tipo de acción delictiva.
Luego del colapso del campo socialista, vale la pena recordar cuanto se acrecentaron los problemas de salud pública con la propagación de las enfermedades de trasmisión sexual, como resultado de la expansión de la prostitución y el comercio sexual, como estrategia de supervivencia en la isla.
La década de los 90, resultó una etapa de extrema intensidad para los cubanos; el régimen siempre cuidadoso de su imagen puritana en el mundo, desató una desenfrenada represión para controlar el incipiente negocio de la prostitución.
Dentro de las filas del aparato represivo se crearon las fuerzas de un departamento reconocido en la actualidad como el “LACRA”. Fuertes operativos, despliegue de agentes, atacaron ferozmente la prostitución y el asedio al turismo. De ello se desprendieron los destierros, los arrestos masivos y el encarcelamiento de prostitutas, para reinsertar a la sociedad a las ovejas descarriadas del rebaño.
Al de cursar el tiempo el propio gobierno se fue percatando de la necesidad y los dividendos que pudiera aportar el turismo sexual y hasta se hicieron declaraciones oficiales, vanagloriándose de la posesión de “las prostitutas más saludables y educadas del mundo” por parte de la nomenclatura que en esto de los vicios y la prostitución tiene vasta experiencia.
Como es lógico en los momentos que atraviesa el país si se tratara de eliminar la prostitución significaría un alza en el ya elevado índice de desempleo; por otra parte habría un descenso en el turismo.
De acuerdo con el criterio de varios visitantes europeos provenientes de diferentes países, asiduos vacacionistas en la isla: “la relación entre turismo y prostitución en Cuba es más directa que en ningún otro país del mundo; el 80% de los turistas que visitan la isla lo hacen en busca de explotar sexualmente a otras personas”.
Hoy según estudios realizados, “Cuba es uno de los países que ha remplazado al sureste asiático, como destino de pedófilos y turistas sexuales”.
Sociólogos y especialistas cubanos afirman: “que el turismo sexual canadiense es el gran responsable del resurgimiento de los prostíbulos y de la prostitución de menores en Cuba”.
De hecho se reportan muchos casos de niñas entre trece y quince años vinculadas a la prostitución como estrategia del mejoramiento económico para sus familias.
Hoy la prostitución infantil forma parte del paraíso terrenal, que oferta la industria turística cubana; desafortunadamente no existen organizaciones independientes que se dediquen a proteger a las niñas y a las mujeres involucradas.
A nivel mundial, para la mayoría de los países es beneficioso promover un turismo que sea socialmente responsable; por desgracia el régimen cubano solo le interesa atraer la divisa extranjera; los gobernantes cubanos nunca han reconocido la prostitución como un problema grave, precisamente ello demuestra, que la gran preocupación de los revolucionarios no es la salud del pueblo, ni la fibra moral de la sociedad; el auge de la prostitución en la isla evidencia que las instituciones y la moral socialista están en declive.
No en valde dolorosamente, hay que soportar el criterio enfermizo de muchos extranjeros, que cuando se refieren a nuestra isla, la bautizan como el burdel de las Américas o el prostíbulo de los Castro.