En Cuba ya usted no sabe adónde ir a comprar que no seas víctima de la estafa y del engaño, en la placita de venta de productos agropecuarios, en la bodega, en fin, al cualquier comercio que usted vaya, le roban a la cara y no proteste, una verborrea barata llena de consignas revolucionarias tratan de justificar que el robo que también es un problema del imperialismo y del maldito bloqueo que nos tiene impuesto, nada el respeto y la seriedad en el trato al cliente todo eso se fue a bolina
El pueblo ya no protesta, todo el mundo está consiente que cuando el dependiente le da la cuenta de lo comprado ahí va la puñalada trapera, faltan productos de esta o aquella clase, pero lo más bello, siempre el dependiente revolucionario con la sonrisa franca y la frase savia que nunca falta, usted amigo cliente es nuestra razón de ser.
El administrador sabe y está al tanto de lo que sucede a su alrededor, pero que va hacer si él también tiene que luchar, pero como buen administrador ha dado la orientación pertinente, al que traben en la sucia jugada es responsable de sus actos y por lo tanto tiene que responder ante la ley, de esta forma salva su responsabilidad ante sus cómplices.
Todos los dependientes saben que con sus actos, denigrantes y bochornosos rompen la ética que históricamente caracterizo a este sector, los dueños de negocios ante del triunfo de la Revolución, contrataban a los hombres con historial y trayectoria de gente seria y honesta, y en ellos depositaban toda su confianza, algunos llegaron por su actitud limpia y clara a ser los segundos en los negocios, sustituyendo en muchos casos al dueño cuando estaba de viaje.
Hoy nadie es dueño de nada, el socialismo no ha sido capaz de resolver el gran dilema que siempre lo ha caracterizado y que dio al traste con su hundimiento, lograr el desarrollo de la conciencia en los trabajadores del sentido de pertenencia sobre los medios de producción. Todos roban y se despachan a su antojo, los mecanismos para frenar este flagelo puestos en vigor por el Estado han sido nulos sin eficiencia alguna.
Hoy ante la falta detectada quitan o sancionan al culpable, pero mañana el que viene lo hace peor, entonces seguirán las sanciones y los despidos, el pueblo seguirá sufriendo y sus bolsillos afectados, el dinero será poco y no alcanzará, el robo y la estafan seguirán su marcha triunfante, el Estado volverá a estar impotente ante esta pandemia que ya no es del dengue, pero que él sabe que este mal creado por el mismo ya no tiene cura, es la consecuencia directo de la centralización del poder.