Martes , 27 Junio 2017
Una crisis en pleno desarrollo

Una crisis en pleno desarrollo

Las sospechas de que la Ley de Ajuste Cubano sea eliminada antes que Barack Obama termine su mandato, no es el único motivo de que las fugas hacia territorio estadounidense se hayan convertido en un éxodo masivo, sin la espectacularidad de los ocurridos en 1980 y 1994, pero no menos dramático.

En lo que va de año, miles de cubanos han probado suerte sobre balsas rústicas desafiando las turbulencias del Mar Caribe o mediante el cruce fronteras desde Ecuador y Colombia hasta la franja sureña de los estados de Texas y Arizona colindantes con México.

El otro motivo para que las salidas ilegales alcancen cifras de escándalo, es el desvanecimiento de las expectativas de una mejoría en el nivel de vida a corto y mediano plazo.

A partir 17 de diciembre de 2014, con la noticia sobre la disposición de comenzar el proceso de reanudación de relaciones diplomáticas, inexistentes desde 1961, se sobrevaloraron las esperanzas.

A más de 10 meses del acontecimiento, amplios sectores de la población cubana pensaron que muchos de sus problemas existenciales estarían resueltos con el comercio y las ayudas humanitarias provenientes del Norte.

Obama era visto como el héroe que venía a salvar a los rehenes de la miseria, las prohibiciones y los racionamientos.

Esta mezcla de decepción y dudas ha demostrado ser el detonador de una estampida, que parece convenirle al régimen de la Isla.

¿Será un modo de impedir el progreso de las conversaciones para la normalización?

¿Un recurso para demostrarle al mundo las supuestas consecuencias del embargo, transformado por la propaganda en un remedo caribeño del holocausto judío?

Las dos hipótesis son válidas, al constatarse la pasividad del gobierno frente a un asunto que seguramente le ha costado la vida a muchos de los que se empeñan en abandonar el país por ambas vías.

El hecho de que Raúl Castro se resista a acelerar el ritmo y la profundidad de las transformaciones económicas, obliga a pensar en un mayor deterioro de la situación.

La gente que se ha ido y los que maduran planes para ver la evolución del socialismo desde Miami, Tampa o Atlantic City, no se creen el cuento de una vida más llevadera bajo los ámbitos del mismo sistema, que intentan renovar a golpe de barniz y parches con dobles costuras.

Poco saben dentro de Cuba que la Ley de Ajuste no tiene los días contados. Aunque se explique la permanencia de las disposiciones que privilegian a los que logran tocar tierra, no así a los que son interceptados en altar mar, la opción de irse se mantiene.

Además, el ciudadano promedio, estima que las cosas han empeorado en todos los sentidos.

En otras palabras. No hay esperanzas de cambio hacia un modelo más racional. Marcharse es la alternativa, aunque se muera en el intento.

Lástima que las culpas recaigan en la Ley Helms-Burton. Raúl Castro y sus voceros lo aseguran sin rodeos. Han logrado embaucar a gran parte de la opinión pública internacional con esos ritornelos.

El desastre nacional tiene el cuño y la firma de quienes todavía gobiernan con látigo sin cascabeles y pistolas de alto calibre.


 

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