Cuando penetró el huracán Dennis en el municipio Manzanillo, en la provincia Granma, en el año 2005, trajo afectaciones a varias familias en sus viviendas. En algunas casas se hicieron grandes grietas en los techos, otras los perdieron; pero lo más lamentable lo tuvieron que padecer las familias que habitaban en los inmuebles que sufrieron derrumbes; todavía hay personas que no han podido resolver una vivienda decorosa.
El caso que expondremos es el de Isabel López Soler, de 58 años de edad, que tenía residencia en la Carretera de Campechuela Km.1, al perderla por el evento meteorológico y después de estar en la calle con sus hijas por algún tiempo, la instalaron en una casa declarada en estado de derrumbe; que le había servido de dormitorio a las enfermeras del Policlínico Comunitario No.1, situada en José Miguel Gómez No. 165 entre Narciso López y Aguilera.
A pesar de ello y con muchas vicisitudes, Isabel ha vivido allí por 10 años, durante los cuales la vivienda se ha ido deteriorando aún más, por la falta de recursos económicos; ya que a pesar de haber pedido hace ya varios años ayuda al Gobierno Municipal nunca se la han dado, de seis habitaciones que tiene la casa y en la que viven ocho personas, solo puede utilizar dos porque las demás están en peligro eminente de derrumbe.
Recientemente en las provincias orientales ocurrió un sismo que perjudicó la comunidad manzanillera y provocó nuevas afectaciones de las paredes de la casa que habita esta familia. Isabel tiene cuatro nietos entre cuatro y diez años de edad; el más pequeño llamado Vladimir Resco Lumpuy en breve será ingresado en el Cardiocentro de La Habana para una intervención quirúrgica de corazón abierto y ni así los funcionarios gubernamentales le han ayudado para la reparación del inmueble.
Pero ese no es el único problema que tiene Isabel, ella es trabajadora de la Empresa de Servicios Comunales con un salario de 582 pesos cubanos y tiene que barrer diariamente 22 cuadras. Aunque de su salario ha tenido que comprar la escoba, una pala y las botas, porque la entidad no se las proporciona; tampoco usa guantes para protegerse porque no tiene, y su carromato está desfondado. Su empleador le planteó que a partir de ahora le pagarán igual tanto en época de seca como de lluvias; a pesar de que en esta última se incrementa el trabajo, pues cuando llueve el agua arrastra de la parte alta de la ciudad escombros, tierra y una mayor cantidad de desechos sólidos.
Para su fatalidad ha tenido dos accidentes: uno en febrero de 2016 al chocarla un auto y provocarle un esguince en la rodilla izquierda, fue atendida en el Hospital Celia Sánchez Manduley donde le colocaron un yeso y le indicaron reposo por 30 días; el segundo aconteció cuando barría en la calle Marchán, también le colocaron un yeso y estuvo tres meses de reposo y aunque entregó los certificados médicos en su empresa no le pagaron sus dos accidentes como está establecido.
Refiere que le ha expresado a Julio Maceo representante del sindicato lo que le ha sucedido y él solo le expresa que lo que tiene que hacer es ver por dónde camina. Típico de los dirigentes sindicales “estatales” a los que estamos acostumbrados.
Ella plantea que ya no cotiza el Comité de Defensa de la Revolución (CDR) ni la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) pues dice estas organizaciones le han virado las espaldas, al igual que otras entidades del gobierno local.
Manzanillo, 21 de marzo de 2017