En las próximas horas millones de personas en el mundo estarán atentos al proceso electoral de los Estados Unidos de América. Los principales medios de prensa del planeta publican sobre las elecciones en la primera potencia del orbe y sobre quién será el próximo inquilino de la Casa Blanca. Hay que esperar por lo menos 24 horas para saber quién será el ganador: Hillary Clinton o Donald Trump. En EEUU no ocurre lo que en Nicaragua, donde todos sabíamos que sería reelecto quien sin dudas es todo un dictador.
Mucho se ha dicho sobre Clinton y Trump. Muchos opinan que son los peores candidatos, en muchos años, contendiendo por la presidencia de los EEUU. Puede ser cierto. Pero más cierto es que por malos que sean, son mejores que la mayoría de los actuales mandatarios de nuestro continente: Ortega, Maduro, Correa… Y ya no están, por suerte Cristina y Dilma. No menciono a Raúl Castro porque solo es comparable con Kim Jong Un.
Por estos días mucho se ha hablado sobre el sistema electoral estadounidense. La prensa de la más larga tiranía en la historia de nuestro continente critica vitriólicamente. Unos dicen que el modelo norteamericano tiene muchas fallas, que es muy viejo y necesita reformas, que el voto popular no es el que elige al presidente, se afirma que el martes no es buen día para votar, etc. El sistema no es perfecto, ninguno lo es, quizás pueda ser mejorado, pero hasta ahora ha garantizado elecciones libres y competitivas ininterrumpidamente durante más de dos siglos. Ninguna dictadura ha empañado su historia.
Hay quienes piensan que Trump es una amenaza para la democracia estadounidense y para la seguridad en el orbe. Hay quienes creen que Hillary es débil y por tanto los enemigos de EEUU y de la libertad se mostrarían más audaces. Puede que unos y otros tengan razón o un poco al menos. Pero pienso que gane quien gane, los norteamericanos continuarán cuidando su democracia, su Constitución que tan magnífico equilibrio garantiza entre los poderes del Estado y que les ha permitido ser, durante más de doscientos años, un pueblo libre, trabajador y próspero. ¡Qué suerte para el mundo que una democracia sea la nación más poderosa del planeta!
Gane quien gane las elecciones hoy, el sentido común de los estadounidenses prevalecerá y continuarán disfrutando de derechos y libertades, de oportunidades y de la prosperidad por la que cierto número de cubanos continuamos luchando a más de cien años de constituirnos en nación independiente. Otro número mucho mayor de cubanos, continuará pensando en llegar a EEUU para disfrutar, bajo el gobierno de Hillary o de Trump, de lo que los norteamericanos supieron conquistar y han sabido proteger durante muchas décadas. Gane quien gane, ciudadanos de naciones menos libres y con políticos mucho peores que los actuales candidatos de la Unión Americana, arriesgarán hasta sus vidas por el sueño americano.
Gane quien gane las elecciones hoy en EEUU, quienes no aceptamos la opresión y la miseria en que vive nuestro pueblo, seguiremos luchando, en condiciones muy difíciles, por un sistema que nos permita elegir con libertad a nuestros gobernantes y en el que podamos trabajar y prosperar como otros pueblos del mundo. A quien triunfe hoy en Estados Unidos solo le pedimos que no le facilite las cosas al común enemigo: la dictadura de los Castro. Nosotros no lo haremos, por caro que nos siga costando.