Si a Job le hubiesen dado la oportunidad de escoger entre vivir todas aquellas duras pruebas que, según la Biblia, sufrió, o sentarse a dialogar sobre derechos humanos con el régimen castrista, estoy seguro que hubiese preferido enfrentar las pruebas de Satán antes que arriesgarse a perder su singular paciencia en la mesa de negociaciones con los mefistofélicos representantes de la diabólica dictadura de los Castros.
La representación de EEUU que este viernes dialogará con funcionarios de la dictadura castrista sobre derechos humanos, tendrá que asumir una de tres opciones principales:
1. Ignorar las graves violaciones a los derechos y libertades fundamentales en la Mayor de las Antillas y continuar adelante con el proceso de “normalización de relaciones” como si el régimen de los Castros estuviese enmendando su conducta en materia de derechos humanos.
2. Perder la paciencia ante las mentiras e insolencia del régimen y poner fin a las negociaciones, y 3: acopiar más paciencia que Job para escuchar las falsedades y las patológicas concepciones de la tiranía sobre derechos humanos, hablarle con la firmeza que generalmente EEUU ha hablado a los enemigos de la democracia y continuar adelante con el diálogo con el carácter enérgico con que una potencia democrática debe actuar ante una dictadura en crisis.
¿Cuál será la postura que asumirá la delegación norteamericana en momentos en que el régimen incrementa la represión contra opositores pacíficos y periodistas independientes y cuando su retórica antiestadounidense viene escalando nuevamente sus acostumbrados altos niveles? Pienso que asuma la tercera opción. Es la más sana y conveniente para EEUU y para el pueblo cubano víctima de tan infame tiranía.
Hoy en Cuba se sigue violando el derecho a la libertad de expresión, prensa, asociación, reunión y manifestación pacífica. Seguimos sin tribunales independientes e imparciales, ni sombra de elecciones libres, competitivas, plurales. El régimen castrista no solo continúa violando derechos civiles y políticos, sino también derechos económicos, sociales y culturales.
Durante los últimos meses el régimen unipartidista imperante en nuestra patria ha incrementado las acciones represivas contra la sociedad civil. Continúan las detenciones arbitrarias, muchas veces violentas, las golpizas, los allanamientos y robos de las fuerzas represivas contra opositores pacíficos, crece el número de presos políticos y las torturas y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes contra estos. La persecución y el acoso contra los disidentes y sus familias es cada vez mayor.
La agresividad del régimen contra la oposición pacífica es tal que reuniones a puertas cerradas durante un tiempo toleradas están siendo reprimidas. Hace más de dos meses fuerzas represivas del Ministerio del Interior impiden a decenas de activistas de la Unión Patriótica de Cuba, UNPACU, participar en sus encuentros semanales. La represión contra la Campaña ¨Todos Marchamos¨ cuenta más de setenta semanas.
La represión viene en aumento también contra activistas que desarrollan actividades de carácter humanitario, que en cierta medida eran menos perseguidas que las acciones de protesta pública hace unos meses atrás. Por estos días, después del paso por el extremo Oriental de Cuba del huracán Matthew, el régimen ha ordenado apresar, golpear y despojar de alimentos, dinero y cualquier producto a activistas que intenten hacerlos llegar a las zonas afectadas para ayudar a las víctimas. También detienen a periodistas independientes y activistas que intentan reportar desde las áreas destruidas por el potente meteoro. Ni en medio de una crisis humanitaria se comportan razonablemente.
Durante los últimos cuatro meses nos han encarcelado por motivos políticos a más de veinte activistas. Solo de la UNPACU tenemos casi medio centenar de presos políticos. La dictadura está descargando toda su crueldad contra ellos y sus familias para obligarlos a renunciar a la lucha por una Cuba democrática y justa y para hacerlos salir al exilio.
Después del acuerdo entre el gobierno estadounidense y la dictadura castrista, que dio lugar a la liberación de tres espías de la Red Avispa, de Alan Gross, Rolando Sarraf y de cuatro decenas de presos políticos cubanos (Lista de 53), Raúl Castro vio en esta fórmula una vía muy conveniente que podía tratar de explotar nuevamente. Ahora busca un posible acuerdo por el cual le liberen a Ana Belén Montes y se pueda deshacer de los molestos activistas que luchan con valor por la democracia en ciudades, en pueblos y en el campo cubano. EEUU no debe facilitarle sus infames planes al peor enemigo que han tenido siempre, y siguen teniendo, en el hemisferio occidental.