Martes , 27 Junio 2017

Dos jóvenes van a prisión por ensañamiento

María Caridad Gutiérrez Blanco, residente en calle 3ra número 18517 entre E y D, reparto Luyanó Moderno, municipio San Miguel del Padrón, La Habana, es madre de Yasmaní Humberto Analla Gutiérrez, de 17 años de edad, quien se encuentra recluido en el centro de penitenciario Ivanov, en el municipio del Cotorro, por un supuesto delito de desorden público, con Expediente de Fase Preparatoria EFP 13-034/2013.

Según la madre, el 27 de julio, alrededor de las 8 y 30 de la noche, Yasmani Humberto regresaba de la playa en la guagua 462, que va de la Virgen del Camino a playas del Este rindiendo viaje en Guanabo, con su amigo Adrian García Sánchez, de 18 años de edad, que vive en su misma cuadra.
Cuando un grupo de jóvenes que iban en la guagua y que estaban drogados y borrachos, formaron una riña tumultuaria, los dos jóvenes se bajaron en la rotonda de Guanabacoa, por miedo a que les pasara algo. También se bajó la turba de jóvenes pendencieros, que eran del municipio Regla, quienes llevaban cuchillos, chavetas y botellas y les cayeron atrás. Entonces, se hicieron de piedras para defenderse.

Los trabajadores del Cupet de la rotonda que fueron testigos de lo sucedido vieron como la turba quería cortar a los jóvenes. Un vecino de Adrian y Yasmaní, llamado Jesús Carmen Díaz Veitía, que pasaba por allí, trató de defenderlo, pero en ese instante llegó un carro patrullero.

Resultó que los detenidos fueron las tres personas mencionadas anteriormente. La turba de delincuentes se dio a la fuga.

A los tres detenidos los condujeron para la unidad de la policía de Guanabacoa, donde los trataron como si fueran delincuentes.

Un par de horas después los trasladaron para la 13 unidad del municipio de Regla, donde continuaron los abusos.

Los agredidos son acusados de desorden público. Jesús Carmen Díaz fue trasladado para la prisión preventiva Valle Grande. Los dos muchachos estuvieron 6 días detenidos en la unidad, y luego fueron trasladados para el centro de depósito el vivac el pasado lunes 5 de agosto. Ese mismo día en la tarde los trasladaron para la prisión de jóvenes Ivanov, situada en el Cotorro.

La historia no termina aquí. El abuelo de Adrián, que es Teniente coronel retirado, fue a abogar por su nieto y su amigo. Al capitán instructor Luis López, no le gustó que el señor fuera abogar por su nieto, y le gritó que si él era Teniente coronel, él es capitán y que por lo tanto ellos serian llevados a prisión porque ”estaba cumpliendo lo que dijo Raúl Castro en su discurso”.

Asegura la madre de Yasmaní que el instructor se ensañó con los tres jóvenes. No les permitió visitas, ni que le llevaran aseo personal, entre otras cosas, en el tiempo que permanecieron en calabozos. Los agentes de la unidad, por lástima, a escondidas, le pasaban cigarros y algo de comer.
Los dos jóvenes fueron coaccionados, amenazados y chantajeados por el instructor. El chofer de la guagua fue obligado a testificar en contra de los jóvenes, pero este se negó.

Refiere María Caridad que el instructor le hizo preguntas incoherentes que no tenían que ver con los hechos, que si vivía en una casa de mampostería, que quien la mantenía, de donde ella sacaba el dinero, entre otras preguntas.

Los trabajadores del Cupet comentaron que los jóvenes hubieran sido muertos a puñaladas si no hubiera llegado a tiempo la patrulla, y corroboraron que ellos son inocentes.

Yasmaní y Adrian son estudiantes, en el barrio comentan que son muchachos tranquilos, que nunca han tenidos problemas ni broncas.

Pero nada de esto le importa al instructor, que condujo a los dos jóvenes a prisión sin ser los autores del delito. “Parece que quiera que cometan suicidio, o que sean violados o asesinados por presos perversos. Los autores de los hechos, que son bien conocidos por la policía, siguen en la calle, como si nada hubiera sucedido”, comentó la madre de Yasmaní con lágrimas en los ojos.

María Caridad, que trabajó en la unidad de la policía de instrucciones en Acosta, como instructora, y en la Dirección General de la policía como sub oficial, tuvo que pedir la baja porque en aquellos años no se podía pertenecer a ninguna religión, y sus padres eran creyentes. También ha reclamado en atención a la ciudadanía, la fiscalía provincial, y la fiscalía militar occidental, sin tener respuesta a sus reclamos.


 

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