Mientras crece el debate en torno a la asistencia o no de Raúl Castro a la venidera Cumbre de las Américas, a celebrarse en Panamá, en abril próximo, la situación de los derechos humanos en la Isla se mantiene inalterable.
Arrestos, confiscaciones y actos de repudio continúan ejecutándose con la impunidad de siempre.
Uno de los casos más dramáticos y que pudiera tener un desenlace mortal, es el de preso político Vladimir Morera Bacallao, que desde el 16 de junio realiza una huelga de hambre.
Informaciones recientes dan cuenta de la gravedad del reo, que permanece ingresado en el hospital provincial Arnaldo Milián, de Villa Clara.
Resulta escandaloso que la acumulación de tales episodios no determine un cambio de perspectivas hacia el gobierno cubano.
La tolerancia sigue marcando las pautas en la arena internacional, salvo algunos gestos que desafortunadamente pasan inadvertidos.
Es lamentable que haya sido imposible lograr tan siquiera una condena moral en foros como el Consejo de Derechos Humanos.
A juzgar por los hechos, no habrá cambios sustanciales a la hora de medir la actuación del régimen de La Habana en cuanto al cumplimiento de los estándares universales de derechos civiles, políticos y sociales.
La apuesta es por ayudar a una continuidad que garantizaría el llamado aterrizaje suave.
Según algunos analistas, el asunto es evitar el caos a toda costa, mediante la articulación de un modelo autoritario en el cual se irían estableciendo espacios, lógicamente limitados, para ejercer algunas de las libertades fundamentales.
¿Será el fascismo, adaptado a las particularidades del contexto, la opción que se baraja como algo a legitimar temporalmente?
Es posible que esta visión este más allá de cualquier duda. No obstante, para montar un escenario de tal naturaleza el gobierno actual debe ampliar el margen de las concesiones.
En el desarrollo de un proceso que no se sabe cuándo y cómo termine, es presumible que de manera gradual aumenten los acuerdos económicos entre el Estado cubano y el capital extranjero.
La represión seguirá su curso. Es prematuro pensar en la legalización del pluripartidismo o en la posibilidad de contar con leyes que aprueben sin cortapisas el disfrute de la libertad de prensa, de asociación y otras que fueron abolidas desde que se implantó el socialismo real.
Ante el cúmulo de evidencias se intuye la prolongación del drama de los presos políticos y de las personas que no aceptan las imposiciones del partido comunista.
Raúl nunca debió figurar en la lista de invitados a la Cumbre de las Américas. Es el representante de la única dictadura del continente americano. El que puede evitar la muerte de Vladimir Morera Bacallao con el indulto o la amnistía y no la hará.
Si se salva es por la voluntaria suspensión de la huelga. Nunca por el gesto de quien se jacta de encabezar un gobierno que respeta la integridad y los derechos de cada cubano.