El cambio que Cuba necesita no llegará con la renuncia de uno u otro gobernante. Ni la impostura de la “sucesión” nos devolverá al cauce democrático.
El gobernante cubano Raúl Castro ha anunciado que este periodo de cinco años sería su último mandato, estas declaraciones no son más que un mal chiste, que no puede ser nunca interpretado como un movimiento hacia la transición democrática, ni como síntoma de una repentina voluntad de cambio.
El gobernante cubano que hace estas declaraciones es el mismo que ostenta el poder desde febrero del 2008, tiempo en el cual la represión se ha incrementado hasta llegar a cotas nunca antes registradas en las últimas décadas.
De cualquier manera este será su último mandato, la decisión -tardía por demás- de limitarlos a los otros, no es otra cosa que una acción de control sobre esos venideros encargados de representar el poder.
Cabría preguntarle a Raúl Castro que pasó con el vaso de leche y las reformas estructurales, que se han quedado en el cobro de impuesto a los desmochadores de palmas y el arrendamiento de locales a los Barberos que ya ejercían en sus viviendas. O con la construcción de viviendas para los damnificados por los desastres naturales.
Dar respuestas a estas necesidades es la primera de las obligaciones de cualquier gobierno y en este capítulo el régimen de los hermanos Castros amontona un amplio registro de fracasos.
La acumulación prolongada de frustraciones es un pernicioso inventario, que puede acelerar el proceso de descontento, ellos lo saben, por eso mueven la baraja para volver a dar al pueblo “La carta forzada”.
El cambio que Cuba necesita no llegará con la renuncia de uno u otro gobernante. Ni la impostura de la “sucesión” nos devolverá al cauce democrático.
A la democracia solo llegaremos cuando termine el control paralizante del estado y desaparezca de una vez la absurda creencia de la supremacía ideológica. Cuando las leyes garanticen el respeto a los derechos y se desmonte la maquinaria represiva del estado; maquinaria de la cual el gobernante Raúl Castro es coautor y sostén, ya que la ha conservado e incluso incrementado durante su periodo de gobierno.
Pero sobre todo cuando desinstalemos de nuestras mentes la idea nefasta de que no hay vida después de este anacronismo tropical; precisamente cuando la vida está después de él.