Martes , 27 Junio 2017
Cuerda floja y ventoleras

Cuerda floja y ventoleras

La relativa disminución de las detenciones arbitrarias por parte de la policía política cubana durante el mes de mayo es puramente coyuntural.

El régimen de La Habana ha demostrado que no se anda con rodeos a la hora de aplicar la fuerza, sea por medio de actos de repudio, condenas a prisión, allanamientos o arrestos temporales.

Por tanto los matices en el inventario de episodios  represivos que salen a luz periódicamente, gracias al esfuerzo de personas y organizaciones dedicadas al monitoreo de esas actividades, son irrelevantes al contrastarlos con la inmutable naturaleza del totalitarismo.

Reprimir es parte esencial del modelo político que se acerca a sus seis décadas de existencia. Y lo será más allá de los cambios que se llevan a cabo con la única finalidad  de alejar a la economía socialista de la influencia de los números rojos.

A fin de cuentas, los reproches de organizaciones del sistema de las Naciones Unidas que se encargan de estos asuntos son cada vez menos enérgicos. Motivos para que el gobierno mantenga el mismo perfil en cuanto a la violación flagrante y sistemática de los libertades fundamentales.

Al margen del aumento o la merma de los hechos relacionados en cada informe, debería prestarse mayor atención a la negativa del régimen en evolucionar hacia la instauración de un gobierno dispuesto a aceptar la universalidad de los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

La concordia y el buen hábito de la tolerancia no aparecen en la hoja de ruta de una transición que avanza a duras penas entre la sospecha y los intereses mezquinos de la cúpula y sus cancerberos.

Genéticamente, la dictadura está incapacitada para sobrevivir sin repartir amenazas, calumnias, trompadas y empellones a sus críticos de intramuros y los que viven en otras latitudes.

La armonía que persiguen sus “ilustres” representantes tiene como fundamento las ojerizas y los castigos.

Fuera de esos límites hay que lidiar con el vértigo. Los hechos demuestran que la cuerda floja no es una simple metáfora de la vida en Cuba.

Se trata de una sensación a percibir día tras día en cualquier barrio de la república que el partido diseñó a su imagen y semejanza.

Precipitarse al suelo sigue siendo un episodio inevitable bajo los dominios del socialismo.

Los activistas contestatarios pueden abundar sobre la naturaleza de los accidentes. Lo significativo de cada evento es la capacidad  para levantarse con inusitada rapidez a pesar de las fracturas y los rasguños.

El reporte de Junio volverá a reflejar el compromiso de la élite verde olivo en elevar la altura de la cuerda floja, redoblar las ventoleras y cerciorarse de que el terreno esté sin malla de protección.

Un claro posicionamiento a favor de la represión en todas sus variantes.

Así que el respeto a la dignidad humana continuará en las listas de las aspiraciones a cumplirse nadie sabe cuándo.


 

  • Roberto

    La perecer el lema es puñetazo antes, ahora y pa rato.

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