¡Vaya, churrosas, leonas! Fueron las hirientes palabras gritadas por unos jóvenes en la calle Frexes (frente al Rombo), al filo de las once de la noche, a dos mujeres que se encontraban sumergidas en un tanque de basura, sacando latas de cerveza y refrescos para depositarlas en un saco, tan sucio, como la ropa que ambas traían.
Como si estuvieran acostumbradas, sólo levantaron la cabeza para mirar a los jóvenes, y sin inmutase continuaron su faena; al rato caminaron unos pasos y les dio alcance un niño de unos seis años, rubio de pelo largo y vestido en condiciones similares a las dos mujeres; juntos se perdieron entre las calles oscuras.
Hechos como este, que desgarran de tristeza, suceden a diario en las calles holguineras y por qué no decir en todo el país. Como un horrendo mal que se ha atomizado, cada día transitan y duermen más personas entregadas a la indigencia. La isla carece de un verdadero programa de protección para personas desvalidas o con bajo nivel de ingreso y más aún para evitar la marginación e indefensión de un creciente número de niños y mujeres.
Si usted visita la provincia Holguín, puede pararse justo en el casco histórico, alrededor de los corredores próximos al parque Calixto García, y constatar cómo se ha convertido en algo común encontrar mujeres y hombres jóvenes o de la tercera edad, con niños o sin ellos, totalmente harapientos; tirados en el suelo pidiendo limosna a cuántas personas circulan por el lugar con el pretexto de comprar algo de comer, que a veces es cierto puede ser un pan con croquetas, arroz blanco y potaje; pero en otras ocasiones lo utilizan para adquirir alcohol o psicofármacos.
Algo lamentable además de esto, es la imagen que estas personas dejan en los recuerdos de los turistas procedentes de otros países que son perseguidos hasta el cansancio en espera de la caridad de un dólar o cualquier cosa que quieran regalarles.
Incluso, algunas muchachas jóvenes, agraciadas en cuerpo y rostro, que caen en la indigencia, son manipuladas por personas inescrupulosas que les dan alojamiento, comida y ropa, para ser lanzadas a la prostitución, ya sea con turistas extranjeros o cualquier cubano que pueda pagar por ellas.
El pueblo holguinero pasa por su lado y mira con gran dolor lo que años atrás sólo hacían los dementes; pero muchos otros años atrás era imposible ver. Hoy esos rostros perdidos en la miseria y la mendicidad son quizás los de sus amigos, vecinos y parientes, que se han entregado a los vicios del robo, la prostitución, el alcohol o los psicofármacos y la marihuana, muchos alejados del amor filial por incompatibilidades, incluyendo las políticas y más aún por su miseria.
Lo cierto es que algunos se preguntan sobre las causas que generan tanta indigencia, no sólo en la provincia Holguín, si no en todo el país; hay una larga lista de razones para que prolifere la indigencia; pues para muchos es difícil conseguir un trabajo, y si lo encuentran, el salario les sirve para muy poco; los precios de la canasta básica son inaccesibles para muchas familias, la vida se ha vuelto tan difícil y tortuosa para el cubano, que lo primero en romperse actualmente son sus patrones morales, y por extensión, los sentimientos de amor filial en los hogares; dándole paso al alcohol, la prostitución, el robo, la corrupción y las drogas, además de la impotencia y el desespero que genera un gobierno que es ajeno a las necesidades y destino de su pueblo.
Holguín, 9 de junio de 2016.