En las cárceles cubanas es normal que los reos acudan a este tipo de desenlace. Razones no le faltan. La pésima alimentación, el hacinamiento, las golpizas, una deficiente atención médica y la falta de higiene, entre otros detalles no menos dramáticos, explican la regularidad con que ocurren esas escenas.
No es la única manera de protestar ante un derecho violado, pero sí es uno de los que se practican con mayor asiduidad.
En antebrazos, cuellos y abdomen quedan las marcas de las autoagresiones y quizás alguna minusvalía motivada por la profundidad del tajo o bien a causa de la infección.
En mi periplo de casi dos años por estos infiernos fui testigo de innumerables casos que afortunadamente no llegaron a la muerte.
Debo confesar que el tiempo transcurrido entre los hechos y mi liberación condicional, no ha sido suficiente para borrar esas imágenes de mi mente.
Traigo a colación el tema a raíz de una información que leí en internet sobre un cubano que se cortó las venas el martes 8 de abril.
En esta oportunidad no fue en alguna de las más de 200 prisiones o campos de trabajo de que dispone el sistema carcelario nacional.
El evento tuvo lugar, nada más y nada menos, que en el aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil, Ecuador.
La negativa de entrada al país sudamericano fue el detonante para que el joven se cortara las venas delante de otros pasajeros que también aguardaban por la aceptación o el rechazo de las autoridades migratorias.
¿Logrará sensibilizar a los funcionarios para que revoquen el fallo? .El final de la historia puede ser el mismo de los presos cubanos que buscan reivindicaciones por esa vía: suturas y nuevas dosis de indiferencia.
Este tipo de acciones revelan la estandarización de un fenómeno psicosocial que no debería desestimarse a la hora de analizar la realidad cubana.
La recurrencia a esos extremos pone en tela de juicio la propaganda del gobierno que insiste en deificar a la sociedad en cuanto a su lealtad al modelo impuesto desde 1959.
¿Qué motivos impulsaron a este joven a mutilarse en público? , ¿a coquetear con el suicidio?
Quitarse la vida o autoinfligirse daños son decisiones que exceden los límites de la cárcel y que tienen a los jóvenes entre sus principales protagonistas.
La desesperanza, el tedio y la institucionalización del abuso, allanan el camino hacia la enajenación.
La suerte del joven cubano que se recupera en un hospital permanece en vilo. No se sabe si será devuelto a la Isla u obtendrá la visa ecuatoriana.
Su vida está fuera de peligro. Al menos si fracasa puede reintentarlo. Ventaja que tiene sobre los presos que siguen cortándose las venas, cociéndose los labios con una aguja mohosa o poniendo excremento sobre sus heridas para lograr la putrefacción en un plazo más cortos. Todo ello sin la certeza de que lograrán satisfacer algunas de sus justas demandas.