La Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) se alza con el tristemente célebre record de activistas encarcelados.
El líder de la agrupación opositora, José Daniel Ferrer afirmó recientemente que 48 de sus activistas han sido puestos tras las rejas.
No hay señales de que la situación pueda cambiar. Al gobierno le preocupa el aumento de la beligerancia en las zonas más orientales del país y para ello no pone reparos en usar todos los recursos a su alcance.
Es decir que la cifra de presos políticos pudiera crecer mucho más en los próximos meses.
La UNPACU, que tiene su mayor representatividad en la ciudad de Santiago de Cuba y sus alrededores, ha podido sobrevivir pese a la ofensiva gubernamental. El costo para mantener el espacio ganado se torna bastante alto y se supone que exija mayores sacrificios en lo adelante.
¿Se debatirá este asunto en las venideras conversaciones con la Unión Europea sobre el tema de los derechos humanos?
Es probable que sí, pero con pocos o ningún resultado favorable para quienes se encuentran en la cárcel por exigir la legalización de las libertades fundamentales.
Se ha reiterado por parte de los negociadores del bloque comunitario lo difícil de conseguir resultados inmediatos.
La reunión está prevista para enero de 2015, en La Habana. Será la primera donde se abordarán temas políticos, desde el comienzo del diálogo entre las partes, hace poco más de un año.
¿Procederá el gobierno cubano a conceder indultos con el objetivo de sacar dividendos políticos y mediáticos?
No sería la primera vez que recurrirían a este ardid. ¿Por qué no pedir una amnistía? .A fin de cuentas, nunca se ha aplicado una medida de este tipo en los casi 56 años de socialismo real.
¿Y qué sobre una reforma del código penal donde sean eliminadas la Ley 88, los delitos de peligrosidad y propaganda enemiga, entre otros que conforman las “joyas” del terrorismo de Estado?
Es hora de ponerle coto a la impunidad. De impedir los atropellos que se cometen a nombre de una supuesta mayoría que está de acuerdo con las normas impuestas en consultas manipuladas o decretos irrevocables.
Ir a la cárcel por salir a la calle con un cartel pidiendo el cumplimiento de los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre es un acto a condenar en los términos más severos.
Lamentablemente, en Cuba sigue siendo normal ser juzgado sin las debidas garantías procesales por acciones que pasarían inadvertidas en un país medianamente civilizado.
La autocracia insular odia la apostasía. Quiere silencios o aplausos.
Pese al rigor de la represión, la obediencia hace tiempo que dejó de ser monolítica.
Poco a poco se ha ido perdiendo el miedo a ser encarcelado por manifestar públicamente la necesidad de refundar la nación sobre bases democráticas.