Esta es la historia de alguna entre las tantas mujeres que el gobierno destruye emocionalmente.
Tita es una mujer de aproximadamente 50 años. Trabajaba de capitana en un restaurant cerca de la Juragua en la provincia de Santiago de Cuba. Con el transcurso de los años, se enfermó de los nervios y tuvo que renunciar al trabajo.
Reside fuera de la ciudad al lado de una vaquería en condiciones infrahumanas. La vida no le permitió tener hijos. Sus niños son los perros que tiene bajo su amparo. Entre ellos tiene una perrita, a la que llama, la Niña.
Esta señora un día iba por la calle y hablaba sola. Una amiga mía que la vio, le dijo: “Señora no coja lucha, nada de lo que le prometa el gobierno, lo va a cumplir. Báñate con quimbombó para que todo te resbale. Es con lo que se bañan los Castro. La situación del pueblo, no la resuelven. A ellos todo les resbala.
Mi amiga y su familia comenzaron a sostener una amistad con Tita, porque sentían compasión.
Ella decía que sus muertos habían sacado a unos de los cincos espías. A cambio, ellos le dieron un modulo eléctrico que en un buen día llego en un camión en cajas muy lindas. Dio las gracias a Raúl Castro.
Tita la espiritista en una ocasión le contó a mi amiga que Raúl la había estafado como hacen los babalao. La señora estaba triste.
Al pasar el tiempo, todo comenzó a romperse. La olla multiuso, la arrocera, el calentador y la cafetera eléctrica. La espiritista que sacó uno de los espías de la cárcel, fue a parar al PCC de la provincia. Allí, le dijo a Esposito, que le devolviera su cocina de luz brillante y sus cazuelas viejas de ablandar sus frijoles, que Raúl Castro la había estafado como estafan los babalaos.
Alterada le dijo que los babalaos hacen santos a los ricos, le dicen que tienen una enfermedad incurable para estafarlos y a los pobres cuando los consultan, le dicen que todo lo tienen bien. Excepto el vecino que no falta y lo envidia. Este lo hace para provocar la discordia. Así mismo, Raúl, estafa al pueblo y juega con la necesidad de los pobres.
Ella replicaba que los equipos electrodomésticos son como los pobres cubanos cuando tienen un solo par de zapatos en el verano. Es tanta la suela que tienen que dar en la calle como vendedores ambulantes, que se quedan sin zapatos. En la olla multiuso son tantas las horas necesarias para ablandar los frijoles viejos que dan a la población, que sueltan el fondo igual que los zapatos viejos, sus suelas.