Considero que mis posiciones siempre han sido claras, para que amigos y adversarios sepan a qué atenerse en lo concerniente a mi persona, mi activismo y mi actitud ante la vida y la lucha por la democratización de Cuba.
Debo dejar esclarecidos algunos puntos, para que tenga sentido lo que declararé en su momento, de manera que quienes no me conozcan cuenten con elementos sólidos en su inevitable evaluación.
Ni para el gobierno cubano y su aparato represivo, ni para los miembros de la sociedad civil en Cuba que conmigo se relacionan, son secretas las tres características fundamentales de mi quehacer contestatario, a saber:
A- La vivienda en que resido funciona como espacio de encuentro plural de la sociedad civil en Cuba, situación que siempre ha molestado al régimen cubano sobre todo por su carácter inclusivo, y por su ubicación en J y Calzada, en las inmediaciones de la SINA, zona que el gobierno considera “congelada” -entiéndase para su usufructo exclusivo-, por lo que en la misma residen muchos altos oficiales del MININT.
B- También es la sede de la Asociación de Familiares de Cubanos Desaparecidos (AFACUDE), que aunque permanece en reposo desde hace varios meses, el tema resulta por demás desagradable para la élite verdeolivo.
C- Este modesto espacio acoge el Proyecto Cuba EXIGE, en el que hasta la fecha se han sumado 1 400 personas, mediante la filmación de pequeños clips de video, para demandar un cambio de régimen en nuestra patria mediante el consenso cívico de quienes deseamos ese destino común; Cuba EXIGE se identifica con la NO VIOLENCIA para la solución de las diferencias políticas sin más sangre, sin más dolor, sin más huérfanos en nuestra patria.
Vale decir, todas mis acciones han sido respaldadas por mi identidad plena, y nunca he hurtado mi responsabilidad en lo acometido, pero es el caso que el viernes 6 de junio de 2014, en los teléfonos públicos ubicados en la esquina de Calzada y J –es decir, frente a la vivienda donde resido- fueron escritos varios grafittis con la inscripción Abajo Fidel y Abajo Raúl, aludiendo por supuesto a los dictadores cubanos.
Este hecho compulsa a formularse varias preguntas: ¿quién, o quiénes, realizaron este acto “heroico” de manera subrepticia, ocultando su identidad? ¿por qué no enarbolaron una pancarta como tantas veces lo han hecho valientes cubanos y cubanas de la sociedad civil? ¿por qué frente a la vivienda donde resido, habiendo tantos espacios en nuestra ciudad? ¿alientan el avieso propósito de “calentar” el área donde vivo para propiciar una acción represiva contra mi persona? ¿a qué intereses responde este hecho? ¿por qué ahora, en momentos en que confluyen varios indicios claros de un proyecto homicida contra mi persona? La falta de respuestas coherentes convierte el hecho en algo verdaderamente “raro”.
El resultado inmediato de esta “valiente” actitud contestataria fue el despliegue de un nutrido operativo conjunto de Criminalística, Policía Nacional y Seguridad del Estado, con la profusa utilización de técnica investigativa, incluida la canina.
Como resultado ulterior, la presencia alerta de la policía en el área, que de manera inusitada exigió la identificación a Juan Enrique Pérez López al salir de mi domicilio, al día siguiente de esta “acción”.
Como el propósito de esta nota es dejar clara mi posición, y conforme a la honestidad con que suelo tratar mis asuntos, declaro mi rechazo a este hecho, realizado con la complicidad de las sombras y el anonimato, por considerar que puede beneficiar el interés estratégico del aparato represivo cubano.
La Habana, 7 de junio de 2014