María Cristina González Izquierdo, residente en la calle Capitán Núñez número 19309 entre Calzada y Pasaje A, San Juan de los Pinos, municipio San Miguel del Padrón, la Habana, es la abuela de una adolecente que fue abusada por su propio padre, y la Policía Nacional Revolucionaria ha hecho caso omiso a la situación.
María Cristina, junto a su hija, ha acudido a todas las instancias gubernamentales sin obtener una respuesta.
El primero de junio de 2013, la casa de González se volvió un infierno cuando su nieta, que en aquel entonces tenía 13 años, le contó a su madre y su abuela lo que le estaba sucediendo desde hacía un tiempo con su padre nombrado Fidel Cando Pozo, en su casa sita en Acosta número 218 entre Luz Caballero y Juan Bruno Zayas, La Víbora, Diez de Octubre, quien trabaja como administrador en la cafetería Okey, en Belascoain y Zanja, Centro Habana.
La niña relató que Cando le hacía un juego llamado el avioncito por dinero, y con el celular. Él se acostaba en el piso a bocarriba, y ella tenía que ponerse arriba de él y hacer como si estuviera en un avión. La niña dijo que sentía que él tenía erecciones. Luego se levantaba, iba corriendo al baño, al rato salía, y le daba la comida, con bastante refresco. Nunca la dejaba tomar agua. Al rato le daba sueño y se quedaba dormida. En la mañana su padre tenía que despertarla sacudiéndola, y ella se daba cuenta que el blúmer que tenia puesto estaba mojado. Ella pensaba que se orinaba.
Al pasar el tiempo, ya la niña rechazaba ir a casa de su padre. Él la amenazó para que no le contara a su mamá lo que ellos hacían porque le podía suceder algo malo a ambas. Por eso la niña estuvo mucho tiempo callada.
Un día cuando la niña estaba en casa de su padre, y él se estaba bañando, ella cogió el celular y vio el mismo juego del avioncito, pero con otras mujeres pero desnudas.
Ella se atemorizó al ver aquello, y por miedo de que su papá la perjudicara, tuvo contacto sexual con un amiguito. Este, de aproximadamente la misma edad, dijo que la niña había perdido la virginidad antes. La niña quedó embarazada, pero pudo abortar.
Ese mismo día, la abuela y la madre fueron a la unidad de la policía de Zanja, en Centro Habana, para acusar a Cando. La policía determinó que era abuso lascivo y fue detenido. El caso fue pasado para la unidad de Aguilera, sita en Lawton, municipio Diez de Octubre, por que el hombre reside en ese municipio.
El 3 de junio, y varios días después, la madre de la niña acudió a la unidad antes mencionada, para ver como iba el caso. Según refirieron madre y abuela, fueron maltratadas por la instructora del caso, y nunca recibían respuesta alguna.
Un familiar de la niña se entrevistó con el jefe de la unidad, para quejarse de la instructora, y este le dijo que le dieran tiempo, que este era su primer caso.
Pasaron varias semanas y María Cristina y su hija, al ver que pasaba el tiempo y no sucedía nada, se dirigió al departamento de menores de la unidad, donde una instructora les dijo que la niña iba a ser dictaminada por el centro de atención a la víctima.
En el centro de atención, contó todo lo sucedido y el dictamen dio positivo.
Después de esta entrevista, pasaron los días y la madre de la niña y abuela se dirigieron a la unidad donde le dijeron que el expediente estaba en la fiscalía.
El padre de la niña estuvo preso en Valle Grande tres meses. Al cabo del tiempo, la familia se enteró que el sujeto estaba en libertad por falta de pruebas.
La madre de la niña reclamó en la fiscalía municipal y provincial, en atención a la ciudadanía, al CENECEX, a la institución de atención a la infancia, sin recibir respuesta de ninguna de estas instituciones.
Madre y abuela expresaron que están desesperadas. El abusador está en la calle, y nadie les da respuesta a lo sucedido. Ha quedado impune.
La niña está actualmente atendiéndose con un siquiatra, con tratamiento médico. Quedó afectada síquicamente para toda su vida, sin que las autoridades policiales hagan justicia.