Martes , 27 Junio 2017
Subsistir en la trinchera

Subsistir en la trinchera

La apertura política y el beneplácito para el ejercicio de las libertades fundamentales en Cuba son ideas que Raúl Castro mantiene en una gaveta con doble cerradura.

Es el único dueño de la llave y de la combinación numérica para acceder a esos ámbitos donde yacen amontonados planes e intenciones a poner en práctica a cuenta gotas o condenados al olvido permanente.

El general en jefe busca soportes adicionales que ayuden a reducir el tambaleo del socialismo.

No está ahí para abrirle más grietas con el filo del pluralismo político y los topetazos de una ley que legitime el disfrute de los derechos humanos.

Ceder espacios sigue siendo para la clase gobernante una mala palabra. Lo ocurrido en este aspecto tiene mucho que ver con la pereza y el interés de quienes se encaramaron en las cumbres del poder a punta de pistola y comprometiéndose a actuar como Robin Hood.

De aquellas promesas quedaron vestigios que se reciclan a conveniencia. La emancipación llegó, pero convoyada con un cepo nuevo de paquete, unos grilletes niquelados y el compromiso de vender a precio de remate parcelas del paraíso.

A casi 6 décadas de aquella aventura, persisten las bandas sonoras que crearon un rosario de expectativas cuyo final estaba en un callejón sin salida.

El relajamiento de la situación interna que se vende en algunos medios de prensa es más relativo de lo que parece.

En el fondo, hay poco que celebrar. La descentralización económica a gran escala y la entrada masiva de capitales, continúan en el registro de los asuntos pendientes.

Solo se han entreabierto algunas puertas que no han podido aliviar el peso del estancamiento.

Es un hecho que la miseria sigue dando frutos por doquier y la represión adquiere visos cavernícolas.

Los golpes, el chantaje, las amenazas y los arrestos temporales son los correctivos que se les aplican a mujeres y hombres por franquear el muro de la tolerancia.

Sencillamente, no hay pretensiones de darle paso a la racionalidad. La élite de poder refrenda cada día su apuesta por la permanencia de una ideología que fundamentaron sobre la criminalización del disenso y la institucionalización de la pobreza como herramienta de control social.

La sugerencia del director del Centro para la Apertura de América Latina (CADAL), Gabriel Salvia a Raúl Castro para que derogue la Ley 88, como un gesto ante el deshielo con Washington, quizás sea contestada con un exabrupto o cubierta con un manto espeso de silencio.

Aunque la petición resulte oportuna y lógica, el general-presidente está decidido a no abandonar la trinchera.

Ahí radica su puesto de mando. La paz total con el Tío Sam le da urticaria.

Así que la llamada Ley de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, permanecerá en el código penal por si es necesario volver a aplicarla.

En el 2003 se usó para encarcelar a 75 opositores e integrantes de la sociedad civil independiente con penas de hasta 28 años.

Está visto y comprobado que la tirantez con la superpotencia es parte del juego para enturbiar la transición a la democracia.

Sin dudas la coartada con la que los verdugos justifican la aplicación de leyes draconianas, actos de repudio, entre otros “delicados” procedimientos.


 

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