La oposición solamente obtendrá sesenta y cuatro (64) escaños en la Asamblea Nacional y si este pronóstico lo hace Jorge Rodríguez probablemente será lo que terminará ocurriendo, que por algo es el único caso en el mundo de un presidente del Poder Electoral que asciende a jefe de campaña vitalicio del gobierno.
La brevísima controversia generada por sus declaraciones y que apenas ha involucrado a los directamente señalados merece mayor atención, sobre todo por lo ilustrativa que es del modus operandi del régimen y su contraparte de la oposición oficial, que ignoró olímpicamente el asunto.
Dice JR: “Ya han aparecido en algunos medios que son profundamente antichavistas, manipuladores, mentirosos de la realidad venezolana (sic), pero incluso esos medios, incluso un fundador de SUMATE, sino pregúntenle a él, llamado Guillermo Salas, que tiene una supuesta empresa encuestadora, llamada ESDATA, dice que por los vientos que soplan la oposición solamente obtendría 64 de los 167 escaños, eso no lo estoy diciendo yo, eso salió publicado en el Nuevo Herald y hoy lo repican como siempre La Patilla, otros periódicos, el diario El Tiempo de Anzoátegui”, (bis).
Al oír esto puede pensarse que o bien JR está escandalosamente desinformado, es contradictorio y cínico, ya no le importa la forma ni el tamaño de la mentira o todas las anteriores; pero eso desviaría la atención a cuestiones adjetivas como que SUMATE no tiene nada que ver con Guillermo Salas, que éste no tiene empresa encuestadora alguna, que ESDATA es una ONG, no una empresa y menos encuestadora, ni que ninguno ha dicho nada de lo que les atribuye agregando “esto no lo digo yo”, cuando es evidente que él es el único que lo está diciendo, basándose en quienes define previamente como mentirosos y manipuladores.
Lo sustantivo de la declaración es que ésta puede ser la oferta máxima del gobierno para la oposición oficial, solamente 64 escaños y lo más desalentador es que aun si les dieran menos, lo tomarían igual y casi con agradecimiento, siempre que estuviera asegurada la presencia de sus líderes principales, porque “no hay otra alternativa”.
Y esta es el núcleo del nuevo sistema político venezolano, la creación de un mundo sin alternativas, donde no existen opciones, nada que elegir, sino aceptar aquello que disponga el poder. Esto es tan cierto en la economía con la eliminación del mercado a favor de un sistema de asignación de raciones arbitrarias; como en política, con la eliminación del sistema de elecciones a favor de un mecanismo de designación autoritaria de cargos no representativos.
De hecho, se hace énfasis en que ésta ya no es una democracia representativa sino “participativa y protagónica”, de manera que se exalta la “participación” de diversos sectores como indígenas, mujeres, jóvenes, que son nombrados, no electos. Es mucho menos claro qué pueda significar lo de protagónico, pero debe tener algo que ver con el teatro en que han convertido a la política.
Gobierno y oposición parecen estar también de acuerdo en que la única opción a esta opera bufa es la violencia, de manera que ambos se presentan como alternativas de paz; pero hay algo tramposo e incluso delictivo en este planteamiento que no por casualidad se asemeja a la alternativa que plantea el asaltante que grita: “¡La bolsa o la vida!”
O se consiente a las pretensiones socialistas o habrá violencia; pero esta opción ya es en sí terriblemente violenta. El baile de mascaras solo puede mantenerse bajo amenazas.
Con razón Juan Pablo II resumió la salida en tres palabras: “No tengáis miedo”.
EL FANTASMA DE LA ABSTENCIÓN
En un sistema electoral inescrutable da casi lo mismo que se vote o no, porque al fin y al cabo el CNE administrará la abstención de la misma manera que los votos, pudiendo llevarla a límites que considere satisfactorios, como ya lo ha hecho en el pasado en que la redujo a conveniencia aproximadamente a un tercio del electorado.
En algunos centros electorales, los más remotos y dudosos, la abstención se redujo increíblemente a cero lo que resulta imposible porque, independientemente de toda preferencia o intensión, hay un cierto porcentaje de abstención “natural”, simplemente hay quien no vota por muy diversas razones no necesariamente políticas como enfermar o morirse antes de llegar a la mesa, por ejemplo. En algunos de estos centros el chavismo sacó el 100% de los votos, lo que tampoco luce muy normal.
Por otra parte, aunque votara solo la mitad o un tercio del electorado no ya el número, ni siquiera la distribución de los cargos se alteraría si hubiera un sistema de elecciones auténticas, porque es un principio estadístico que la parte siempre se comportará representativamente igual que el todo.
De manera que uno de los misterios más interesantes de desentrañar en el nuevo sistema político venezolano es el porqué de la lucha a brazo partido de la oposición oficial contra el espectro de la abstención a la que considera, con mucho más que al gobierno, como su peor y más despreciable enemigo. Incluso ESDATA se defiende de lo que nadie la está acusando al declarar que “jamás ha promovido la abstención”.
Es un hecho cierto e incontrovertible que siempre, tras cada una de sus clamorosas derrotas frente al chavismo, la oposición ha salido a celebrar su victoria sobre la abstención como lo más importante, lo que hace sospechar sobre cuál es su verdadero rol en las, así llamadas, “elecciones”: su enemigo no es el gobierno sino la abstención.
El papel de la oposición es promover la participación del electorado, demostrar su capacidad de movilización política y sobre todo su dominio sobre la opinión pública, de manera de darle realidad al mito de que el país se divide en dos, gobierno y oposición oficial y, por ende, que nadie más existe.
La oposición lidera sin liderazgo, obliga a votar por quienes nadie votaría consciente y voluntariamente con el argumento espurio de que sino se favorece al gobierno.
El mundo feliz del totalitarismo socialista y bolivariano percibe a la abstención como la Nada que amenaza con devorar su fantasía de unidad perfecta.
Quizás ese sea el único punto en que tengan razón, la abstención es incompatible con su ficción de armonía.
FALACIAS COTIDIANAS
La lucha contra la abstención se ha convertido en una lucha política y como tal no está exenta de mentiras, la más frecuente es que ésta sólo favorece al gobierno con lo cual se da por sentado que sólo afecta al voto potencialmente opositor, una afirmación carente por completo de fundamento, al menos desde el punto de vista estadístico.
Más flagrante es la mentira de que “el gobierno promueve la abstención”, sin que pueda mostrarse ni una sola propaganda oficial con ese contenido, es más, todo lo contrario, sería diametralmente opuesta a la abrumadora propaganda oficial del CNE promoviendo al sistema electoral venezolano como el mejor del mundo.
Es algo patético tropezar con la oferta de Tibisay Lucena de ayudar a mejorar al sistema electoral norteamericano, para hacerlo tan transparente y confiable como el de aquí; pero en una segunda lectura revela esa manía comunista cubana de estar todo el tiempo contrapunteando con los EEUU, como si todo lo que pasa aquí encontrara una justificación en algo que pasa allá.
Otra mentira toma la forma de reto: si no es electoral, ¿qué propones tú? ¿Cuál es tu opción? En el entendido de que cualquier respuesta tiene que ser inconstitucional, ilegal o conducir a la temida y proscrita violencia; cuando bastaría decir la verdad y que cada quien asumiera su responsabilidad correspondiente, en lugar de engañar a la gente con espejitos, como que van a ganar la Asamblea y luego el CNE va a revocar a Maduro.
Si en Venezuela los jueces fueran jueces, los militares militares, los políticos políticos, los ciudadanos ciudadanos y así respectivamente, nada de esto estaría pasando; pero el hecho es que nadie está en su sitio y es inevitable un giro radical, que si no nace desde adentro nos será impuesto desde afuera, como suele ocurrir en la historia.
Y aquí surge la última pero no menos importante mentira, que bien podríamos bautizar como “la falacia de Luis Vicente”, pero que últimamente han asumido intelectuales y hacedores de opinión opositores: ¿Con qué lideres, con qué militares? O vulgarmente: ¿Dónde están tus cañones, tus tanques?
Esta es una variante poco original de la falacia socialista de la realidad que se construye a sí misma: si medio despunta un líder, lo encarcelan o mandan al exilio; si se sospecha de un militar que como que no está muy de acuerdo, lo largan para su casa, sin mando ni cargo; si la gente sale a protestar, la masacran y así sucesivamente, luego preguntan con la arrogancia de Luis Vicente: ¿Con qué culo se sienta la cucaracha?
La falacia es ingeniosa y sugestiva, de hecho, hay quien dice que en Cuba no hay líder capaz de suceder a Fidel Castro, quizás como tampoco lo había en Irak para suceder a Saddam, en Libia para Gadafi, ni para Al-Asad en Siria y así por el estilo, incluyendo sus partidos y fuerzas armadas.
Los socialistas se fabrican una realidad a la medida y luego la usan como argumento. Por ejemplo, el panegirista de Castro Ignacio Ramonet, primero se empeña en ignorar los innumerables alzamientos que han sido sofocados a sangre y fuego en la isla, los millares de fusilamientos, los millones de cubanos aventados al exilio; acto seguido, toma esto como premisa para decir que en Cuba nadie se opone al régimen y ésta es la fuente de su legitimidad. ¡No hacen falta elecciones!
La MUD se trae una supuesta delegación del Parlamento Europeo y lo primero que hace al llegar el español Ramón Jáuregui, del Partido Socialista Obrero Español, es decir que cree que en este país “no hay fraude electoral pero el oficialismo tiene muchas más ventajas que la oposición”.
¿Y para decir esa pendejada cruzó el Océano Atlántico? Trajeron a un loro que repite la cartilla de la oposición igualito que los otros repiten la cartilla del gobierno; pero en este punto se entiende la enorme responsabilidad que tiene la Internacional Socialista en la tragedia de este país, en particular su sección española.
Visto en perspectiva: si España se está desmembrando, ya destruyeron Grecia y antes a Yugoslavia y Serbia, hoy vemos como se pierde la República francesa en manos del socialista Francois Hollande y pare de contar: ¿Qué puede esperarse de los socialistas?
La IS se propone destruir al mundo libre de un modo deliberado y consciente, porque pretende construir una “Nueva Sociedad”. El resultado será siempre el mismo: no habrá tal nueva sociedad como nunca ha existido el hombre nuevo y lo que dejarán como resultado será la pura destrucción.
Es imposible predecir cuánto tiempo y esfuerzo tomará hacer surgir la consciencia de que el socialismo no es la solución sino el problema.