Martes , 27 Junio 2017
Los logros del socialismo

Los logros del socialismo

El hacinamiento no es una condición provisional en la geografía del castrismo.

Sobrevivir amontonados en un cuarto o en los predios de algún apartamento, a menudo devastados por la erosión,   es para miles de cubanos un problema irremediable.

Varias generaciones han tenido que ajustarse a los mandatos de esa traumática convivencia.

El asunto es que sigue sin haber suficientes viviendas para satisfacer una demanda que crece exponencialmente al compás de los derrumbes que ocurren con pasmosa frecuencia a lo largo y ancho del país.

Lo peor del caso es que nos las habrá en mucho tiempo sobre todo para las familias que mal viven en las cuarterías y en albergues colectivos, donde también la promiscuidad tiene residencia fija.

A propósito de la omnipresencia de este fenómeno social en Isla es preciso dar las coordenadas de Boniato, Taco Taco y Valle Grande, tres joyas del universo carcelario cubano, con la intención de reforzar las evidencias de lo que recientemente ha sacado a relucir  el Instituto de Investigación sobre Políticas Criminales (ICPR, por sus siglas en inglés).

De acuerdo al informe presentado por dicha entidad internacional, Cuba tiene la segunda tasa más alta de hacinamiento en las cárceles. El primer lugar fue

concedido a El Salvador y el tercero a Panamá.

Se de primera mano que no hay manipulación en el fallo porque estuve en esas nóminas durante 22 meses.

La estancia en dos centros penitenciarios durante mi reclusión por motivos políticos, a partir del 18 de marzo de 2003, me ayuda a reconocer la veracidad de lo expuesto.

Salvo los 9 meses que estuve en una celda de aislamiento, mi presencia en esos dominios transcurrió junto a decenas de presos comunes agolpados en mugrientos cubículos apenas ventilados y un par de tanques de 55 galones con agua insalubre para beber y asearse en la medida de lo posible.

Si importante es ahondar en las causas de este fenómeno, vendría bien un repaso por las consecuencias.

¿Qué tipo de sociedad puede constituirse sobre plataformas tan estrechamente vinculadas a la falta de condiciones básicas para una existencia digna?

La obligatoriedad de vivir amontonado en un tugurio desde la niñez hasta la tercera edad termina definiendo conductas que nos remontan a la jungla y su irrevocable ley del más fuerte.

El encierro, muchas veces arbitrario y con la añadidura del hacinamiento, mucho más.

Los signos de descomposición social que se observan en vecindarios, escuelas y centro de trabajo están justificados.

No sería muy razonable esperar otra cosa del medio en que vivimos.

Contra todos los pronósticos hay chispas de decencia. Vestigios de civilidad que sobreviven a la perniciosa influencia de los patrones económicos, sociales, políticos e ideológicos impuestos a la fuerza por el Estado-partido.


 

  • Roberto

    Mas claro no puede ser este articulo.

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