Danilo Maldonado cumplió dos meses de cárcel el 26 de febrero. En la prisión de Valle Grande, ubicada en la periferia de La Habana, transcurre la espera para el juicio por una acción que en Cuba es delito mayor: ridiculizar a Fidel y a Raúl Castro.
El asunto es que no llegó a concretar el performance, a llevaría a cabo en un parque de la capital.
La acción plástica implicaba a dos cerdos con los nombres de quienes han gobernado en la isla por más de 56 años.
Fue detenido en el auto en que viajaba y posteriormente instruido por el delito de desacato.
Lo más tétrico del caso es que padece neumonía y no está recibiendo la atención médica adecuada. Tampoco sabe cuando se efectuará la vista oral, que en estos asuntos es un mero formalismo. Casi nunca el acusado es eximido de culpas.
También podría enfrentar un prolongado encierro sin que medie un fallo judicial. La opositora Sonia Garro estuvo cerca de 3 años tras las rejas y sus acusadores (la policía política), decidieron no llevarla a ningún tribunal. Hace unos meses fue liberada, junto a su esposo y otro activista, sin que mediaran explicaciones, hecho que revela la impunidad de los cuerpos represivos.
¿Le sucederá lo mismo a Maldonado?, es posible que sí. Solo un agravamiento de su salud, pudiera obrar a favor de un excarcelamiento.
Desde el punto de vista legal debería ser liberado de inmediato. A fin de cuentas no realizó la actividad por la cual lo procesan.
Solo hubo una tentativa. Pero lo más escandaloso es que se juzgue a un ciudadano o se recluya indefinidamente en franca violación a las disposiciones que regulan estos procesos, por algo que en cualquier país sería percibido como una broma sin mayor trascendencia.
La medida aplicada, subraya el carácter dictatorial del régimen cubano. Un intento de performance ha derivado en una tragedia de consecuencias imprevisibles.
Este joven, conocido por sus grafitis y que se hace llamar El Sexto, apenas comienza su peor calvario.
Los arrestos arbitrarios y las amenazas sufridas a causa de su proyección contestataria se sellan ahora con un internamiento marcado por la indiferencia de los carceleros ante la enfermedad que adquirió en esos predios y el peligro de convivir junto a delincuentes comunes.
El inmovilismo del gobierno en el tema de los derechos humanos recibe una nueva confirmación.
La cifra de presos políticos continúa en alza reforzando una tendencia que no obtiene la repulsa que merece por parte de todas las democracias del orbe.
Hace pocos días hubo más de 200 detenciones temporales a lo largo y ancho de la Isla, a raíz del 5to aniversario de la muerte por huelga de hambre en prisión del opositor Orlando Zapata Tamayo.
Las conmemoraciones por parte de diversas agrupaciones prodemocráticas provocaron la brutal respuesta de los agentes del Ministerio del Interior y sus colaboradores, que incluyó golpes y violencia verbal.
La vieja guardia del partido, con Raúl al frente, vuelve a dar muestras de su rechazo a cualquier apertura política a corto plazo.
Quieren mantener todo bajo control. No excluyen ningún método ni le importan las críticas, vengan de donde vengan.
Esa ha sido y será su manera de actuar. Las evidencias de su odio visceral a la pluralidad y la tolerancia.