El comienzo de las excarcelaciones de medio centenar de presos políticos no debe sobrevalorarse.
La voluntad del poder en no ceder un ápice en materia de libertades fundamentales se conjuga con la existencia de un código penal donde se criminaliza la disensión.
Regularmente los fiscales y la policía política optan por usar figuras delictivas que ocultan las verdaderas razones de la infracción.
Como bien recalcan en discursos y medios de comunicación, en Cuba no existen personas encarceladas por oponerse al sistema impuesto desde 1959. Se trata, según el punto de vista oficial, de inadaptados, escorias, apátridas, en fin delincuentes de la peor ralea.
Haría falta conocer el destino de los que quedan tras las rejas. De acuerdo a las estadísticas de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), el número de prisioneros políticos asciende a 104. ¿Por qué no se aplica una amnistía general?, los que no se beneficiarán con la medida, ¿tendrán que cumplimentar toda su condena?
Es posible que tengan que esperar al establecimiento de nuevas circunstancias que motiven ese tipo de gestos.
Algo que pudiera precipitar una línea de acción contraria a las posiciones más conservadores, es la grave situación económica que se avecina con la crisis del chavismo.
El petróleo que llegaba en cantidades industriales a los puertos de la Isla va siendo parte del recuerdo. Nicolás Maduro, para decirlo en términos boxísticos, está contra las cuerdas y tambaleándose.
Con el barril por debajo de los 50 dólares la implosión del modelo se enmarca dentro de una perspectiva real que cambiaría el mapa geopolítico regional, a partir de las severas afectaciones en los países cuya gobernabilidad depende notablemente del suministro de hidrocarburos a precios preferenciales.
Ante el peso de la realidad, Raúl Castro no le queda otra alternativa que acercarse a su otrora enemigo. Paradójicamente, el único con capacidad e interés de evitar que ocurran brotes de anarquía como paso previo a un conflicto civil seguido de un éxodo masivo.
Para allanar el camino hacia una plena recomposición de las relaciones bilaterales se espera que las partes lleguen a acuerdos en temas espinosos.
Uno de ellos es el relativo al respeto de los derechos humanos en Cuba, un gesto que debería ser coronado con la ratificación de los pactos de la ONU que obligan al cumplimento de tales preceptos.
El general-presidente debe haber sacado sus cuentas. En la actual coyuntura no puede contar con Pekín ni Moscú para cubrir las profundas grietas de la economía.
A cambio de inversiones y préstamos del Tío Sam tiene que dar su brazo a torcer.
Es probable que durante el 2015 seamos testigos de nuevas dinámicas en la azarosa transición hacia una dictablanda. En ese ínterin, es probable que se reduzca al mínimo la cifra de prisioneros políticos.
Para compensar la balanza, puede que crezcan de forma exponencial los arrestos temporales y los actos de repudio.
Si algo no admite dudas es la obstinación de Raúl Castro en contener el descontento popular y el activismo político por medio de la fuerza, pero bien dosificada para eludir las censuras de la comunidad internacional.