La dulcería de Manzanillo, provincia Granma, de nombre “La Vajilla” ubicada en la calle Martí entre Maceo y Saco, oferta a la población variados dulces pero no siempre se caracterizan por una buena calidad en su confección. En algunos se hacen muy visibles los grumos de bicarbonato, el llamado “polvorón” de amplia demanda -por ser uno de los más baratos- por lo general se encuentra quemado en su base.
Es casi una hazaña poder sacar la gaseñiga de su papel de envase, ya que por falta de suavidad se queda pegada. Todo lo que se pueda decir sobre lo que aquí se fabrica, contrasta con los dulces expendidos en los establecimientos recaudadores de divisas, donde la calidad es bastante buena, pero resultan prohibitivos para los bolsillos de un trabajador con salario promedio, y qué decir de los que reciben pensiones o jubilaciones.
Al lado de la dulcería está el local de elaboración de lo que se oferta, desde su exterior se puede apreciar la existencia de una mala manipulación de lo que producen; hay cucarachas de las pequeñas (conocidas como americanas) caminando por anaqueles y ventanas; el piso a veces puede verse lleno de agua, por donde deben caminar con dificultad los trabajadores de este centro de elaboración.
Aunque todo el mundo sabe que esta unidad debe de ser higienizada, alegan que no puede cerrar pues se afectaría la población.
También existe una unidad gastronómica llamada “La Llave” situada en la calle Martí frente a la funeraria del pueblo, establecimiento que es visitado por las personas que tienen que acudir a cualquier servicio fúnebre. Los dulces que allí se ofertan –en una pequeña bandeja- se ve que no son frescos y se pueden apreciar en algunos momentos cucarachas que atraviesan los espacios de madera donde se guarda la mercancía; y aunque han sido remodelados, el trabajo realizado no ha tenido la calidad suficiente, porque persisten los problemas higiénico-sanitarios.
Manzanillo 26 de enero de 2016.