“El cuartico esta igualito”, dice el comienzo de una antigua canción tradicional cubana, pero en este caso se le atribuye al estado que presenta el acueducto de San Antonio de los Baños, en la provincia de Artemisa.
El pésimo funcionamiento de este acueducto se suma a la lista de ineficiencias locales, pero lo peor -claro está- radica en que no se hace nada en lo absoluto porque esto cambie.
El abasto del preciado líquido a los hogares de este municipio va de mal en peor; como una solución los pobladores han optado por buscar el agua para beber en la iglesia presbiteriana, la cual posee un filtro y por tanto es un agua más segura para beber, y permiten que las personas vayan allí a buscarla.
Pero esto no va a ser para siempre una solución, porque además para el resto de las necesidades del hogar ¿cuál sería la variante? Más de un barrio de la localidad ariguanabense se queja por la escasez con que llega a sus casas el agua potable y el corto tiempo de duración que tiene en las llaves lo cual no les da tiempo apenas para llenar algún recipiente.
Las quejas no han faltado, a las distintas instancias, para ver quien se conmueve y hace algo para que se solucione este problema. Ni la Administración Municipal del gobierno, ni la provincia han hecho caso hasta el momento a las protestas y reclamos que por diferentes vías les han trasmitido los afectados.
Luego de los arreglos y cambios hechos en las tuberías, se suponía que la llegada de agua a las casas mejoraría en gran medida, pero los resultados fueron todo lo contrario, nada mejoró, la situación siguió igual o quizás empeoró para muchos, ya que tuvieron que cambiar las instalaciones puestas por otras nuevas, debido a la mala calidad que tenían.
Pero la solución no puede continuar siendo ir a buscar agua potable para beber a una iglesia, debe existir una medida seria, que permita a la población un abasto del preciado líquido a sus hogares de manera segura y eficiente, sin la preocupación diaria de ir a cargarla a otro lugar y con la incertidumbre de si alcanzaran o no.
Artemisa, 26 de enero de 2016.