Martes , 27 Junio 2017

Ya bastante nos han quitado, ¡el béisbol no!

El llamado “Deporte Nacional”, el béisbol llegó a Cuba en 1864, para quedarse, aun cuando en 1869 las autoridades coloniales españolas prohibieron la práctica del deporte, lo cual impulsó al primer pelotero cubano Esteban Bellán a emigrar para jugar en las Grandes Ligas de los Estados Unidos. Sin embargo, nuestro país logró tener una liga de béisbol profesional de gran calidad, el equipo nacional era casi invencible en la Serie del Caribe, era un team tan fuerte que las grandes ligas americanas aceptaron su inclusión.

Pero una vez instalado en el poder el actual régimen dictatorial, en el estadio Latino Americano ante más de 55 mil aficionados, el difunto Fidel Castro declaró: “la pelota ha vuelto al pueblo” … “este es el triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava”.

En los años 90 del siglo pasado, el béisbol amateur permite en sus eventos Internacionales jugadores profesionales y la historia empieza a cambiar para el equipo de béisbol del patio. Los atletas se dan cuenta que están siendo víctimas de un gran engaño, y que el futuro se encuentra jugando en las grandes ligas profesionales.

Comenzaron las deserciones del equipo nacional, cada vez que había un evento fuera del país. Llegaron a ser tantas que el régimen muy entendido en la manipulación y la mentira decidió enmascarar la realidad del bajo nivel deportivo en que se competía y decidió que se comenzara a practicar un pasatiempo universal, pero que no había tenido mucho arraigo en el pueblo cubano: “el fútbol”.

El canal de la televisión dedicado al deporte mostró a los jóvenes los juegos de las diferentes ligas europeas y todo tipo de información sobre fútbol, reportajes y entrevistas sobre la vida de sus más destacados jugadores; incluso en los intervalos de la serie nacional de pelota, se introducía el futbol cada vez que tenían una oportunidad.

Esta campaña a favor del fútbol, trajo incluso consigo, la transmisión en vivo de los finales del Campeonato Mundial de este deporte en pantallas gigantes en cines como: Payret y Yara.

Pero al parecer todo este movimiento ha traído sus frutos, porque en la mayoría de los estadios de béisbol, ya deteriorados, se pueden ver bastantes jóvenes entrenando. Después de tantos años en que a los cubanos le ha corrido por las venas el juego del bate y la pelota, será difícil logar un equipo de fútbol con calidad.

Pero aún hay lugares donde pequeños atletas derrochan deseos de ser peloteros y juegan con coraje en el terreno. Sin embargo, aunque hay aficionados que disfrutan de este espectáculo, ni siquiera los niños logran tener un uniforme del equipo que representan y tienen que hacer estas prácticas en algunos casos con trajes rotos al igual que los zapatos, los guantes y las mascotas.

Los padres tienen que comprar los uniformes y los artículos deportivos que utilizan en esta disciplina, para que los muchachos puedan realizar encuentros e incluso campeonatos provinciales. No hay que decir lo caro que cuestan estos equipos e incluso que son comprados en tiendas del Estado. Como viene sucediendo con casi todo en el país, las autoridades del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), que se supone sean las encargadas del avituallamiento de estos pequeños, plantean que no tienen recursos para ello; de igual forma no pueden dar mantenimiento a las instalaciones.

Es muy difícil para los que quieren mantener viva “la pelota”, como se conoce en todo el país, realizar las prácticas y los choques de entrenamiento, porque las instalaciones deportivas se encuentran en muy mal estado. El terreno en pésimas condiciones, no tienen servicios sanitarios, ni agua.

Producto de los fracasos que ha tenido el béisbol, la gerontocracia no le presta algún interés a su desarrollo, prefieren virar la cara hacia el fútbol, pero lo cierto es que la isla ha sido siempre una fuente inagotable de buenos peloteros; aunque como todo se politiza, el régimen los quiera dividir en “patriotas” y “traidores”. Será muy difícil opacar el béisbol, que es tan cubano como las palmas.

La Habana, 23 de febrero de 2017. 


 

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