“¡Vamos avancen hasta el fondo, que eso allá atrás está vacío!”, de esta manera se expresaba el conductor de la guagua 636, que hace el recorrido desde el municipio de Alquízar en la provincia de Artemisa, hasta el pueblo de Santiago de las Vegas, en la capital.
Esta es una expresión que casi siempre nos vemos obligados a escuchar cuando hacemos uso de algún medio de transporte, más aun cuando este es estatal. No importa cuán apiñado esté el público encima de estos ómnibus, espalda contra espalda del prójimo, en medio de un calor agobiante que hace difícil la respiración.
El conductor y el chofer de estos medios, siempre afirmarán que hay que seguir aprestándose más, porque en el ómnibus todavía queda muchísimo espacio. Uno no puede menos que hacerse una pregunta -con asombro- y es si estos individuos tendrán la cualidad de ver lo que a uno le resulta imposible, pues a simple vista se observa que ya no queda espacio ni para estirar los brazos.
En estos medios de transporte estatales se viaja en unas condiciones incomodísimas, difíciles de describir. En lo que respecta a la ruta 636, la atmósfera de desesperación, incomodidad y cansancio se hace más notable ya que el trayecto se realiza en un ómnibus muy pequeño, donde además el pasillo es estrecho de forma notable.
A este tipo de ómnibus se les denomina por parte de las autoridades de transporte del país como Ómnibus Diana. La pequeñez de estas guaguas y el clima de asfixia en que deben viajar los pasajeros provocan mucho malestar e inconvenientes de carácter físico, sobre todo si entre las personas que viajan hay niños, los cuales debido a las condiciones de estrechez y al excesivo calor con frecuencia tienen náuseas y vómitos, para los que deben viajar en una de estas guaguas el recorrido es una verdadera odisea.
Artemisa, 16 de julio de 2015.