A pesar del anuncio gubernamental del incremento en la transportación de pasajeros en el país, la realidad es bien distinta a lo que se difunde, no obstante esas cifras alegres que divulgan por los medios oficialistas, para el cubano de a pie es bien engorroso tratar de trasladarse desde cualquier punto del país hacia la capital o cualquier municipio dentro de la misma provincia.
Bastaría mencionar un sencillo ejemplo de esta desgracia, desplazarse hacia la capital desde el interior de las provincias de Mayabeque o Artemisa, se necesitan 50 pesos en moneda nacional cup (2 cuc) para llegar solamente a la terminal cabecera conocida como ”El Lido”; una vez allí es cuando comienza la verdadera odisea, los ómnibus articulados más conocidos como los “P” son los encargados del traslado de una parte considerable de los pasajeros. En alusión a su letra se han convertido en un inminente “Peligro” para aquellos que lo abordan.
Habría que decir que los chóferes de estos ómnibus son bastante irresponsables e inescrupulosos, violan las normas para la transportación de pasajeros. En algunos hay música estridente que hace que los que se transportan se sientan irritados.
Recuerdo que hace unos dos meses la comunicadora comunitaria Bárbara Fernández Barrera, sufrió heridas en su rostro, cuando el chófer de un P dio un frenazo al pretender seguir con una luz roja proyectada en el semáforo. La música estaba tan alta que nunca se dio cuenta el conductor del vehículo, que la tuvieron que bajar y conducir al policlínico más cercano, donde le hicieron una sutura de 7 puntos.
El cubano ya se ha acostumbrado que en ocasiones pueda estar horas, en espera de que aparezca el anhelado trasporte. Para los menos osados, la solución son los Boteros, ese museo automovilístico de los cincuenta, que con sus altas tarifas e inusual maltrato, hace que llegues al destino un poco más rápido, pero con la misma dosis de peligro.
Cuando se celebran actividades masivas en la Plaza de la Revolución el régimen moviliza miles de ómnibus para garantizar el traslado de los asistentes a los desfiles; pero una vez terminado la celebración no se encuentra una guagua en la calle; porque entonces hay que darle mantenimiento y descanso al chófer. Es por eso que cualquier conmemoración se vuelve también una tragedia para los que quieren trasladarse de un lugar a otro.
Para el cubano el problema del transporte se ha convertido en un martirio y no se le ve solución, ni siquiera en el mediano plazo.
Artemisa, 28 de julio de 2015.