La sequía -independiente del cambio climático que agudiza el problema- es un fenómeno recurrente y la actual no es peor que la de 2005 ni la más nefasta, que se registró en 1901.
Sin negar las informaciones de que en el presente las lluvias están muy por debajo del promedio histórico; que el llenado de las presas está por debajo del 40% y que las cuencas subterráneas se encuentran en un nivel crítico; se podría asegurar que la situación podría ser mucho mejor para la población y sobre todo para la agricultura -que consume el 60% del agua en el riego- si no se derrochara tanta agua.
El hecho de que se pierda el 58% del agua que se bombea -que en un 90% requiere electricidad- con su consecuente consumo de petróleo, implica recursos materiales y financieros destinados a botar el líquido.
Ese nivel de derroche se viene informando desde 2007, pese a que todos los años se eliminan salideros e incluso -por esa época- el país eliminaba más de 20 mil al año, aunque se tapaban por un lado y por otro las tuberías se reventaban, ya que muchas llevan 100 años bajo tierra. En 2013 se informó que se trabajaba en la supresión de 250 mil salideros, lo cual quiere decir que el problema se había agravado.
Un aspecto muy importante es que el 22% del agua que se pierde es intradomiciliaria y solo en la capital un estudio en 2005 de la CUJAE (Centro Universitario José Antonio Echevarría) calculaba que el 48% que entraba en los hogares se perdía, por fugas en las cisternas y mal estado de las tuberías y herrajes.
La producción nacional de grifería es insuficiente, solo existe una fábrica en el país; y por lo regular la única opción de compra está en las Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD), muy por encima del alcance económico de la mayoría de la población.
A finales de 2013 el diario Granma que se habían” identificado” las dificultades actuales en la comercialización de estas piezas de repuesto y se revisaba la política de precios que se debía aplicar; pero todo se ha quedado en palabras, mientras la situación no se ha revertido.
Con más de 20 ,7 miles de kilómetros de redes de acueducto, el 80% está en regular y mal estado y de ello el 37% en está en esa última condición.
A pesar de esta situación solo se preveía en 2013 rehabilitar 3,2 mil km en un plazo de 12 años, nivel que aunque se cumpla es insuficiente y pasado ese tiempo el problema seguirá igual o se empeorará.
Mientras se derrocha a borbotones petróleo y electricidad para bombear el 58 % del líquido, en la actualidad miles de personas reciben este recurso una vez cada dos días; otras una vez a la semana y en varios lugares en periodos más prolongados, mientras se culpa a la sequía y al cambio climático. La sequía actual no se puede negar pero el abasto de agua sería mucho mejor sin más de medio siglo de abandono del sistema hidráulico, por parte de las autoridades.
La Habana, 14 de julio de 2015.