Martes , 27 Junio 2017
Un largo camino por recorrer

Un largo camino por recorrer

Como se esperaba no hubo ninguna sorpresa en el primer contacto entre representantes de los gobiernos de Estados Unidos y Cuba.

De más está decir que, a corto plazo, el tema del respeto a los derechos humanos por parte del régimen de La Habana será el más engorroso a abordar en las pláticas que recién comienzan y dónde los avances, si los hay, se limitarán a la aplicación de medidas puntuales y no a un proceso articulado que demuestre la voluntad de asumir los retos de una verdadera transición a la democracia.

Según los defensores de la nueva política establecida por el presidente Obama, que favorece un acercamiento crítico con la autocracia verde olivo, los incentivos económicos y el arribo masivo de turistas, actuarían como  catalizadores de los cambios.

Es decir que en las primeras etapas del deshielo parece que no habrá gestos notables en relación al pleno ejercicio de las libertades fundamentales en la mayor de las Antillas.

La posibilidad de disfrutar de esas prerrogativas sin los corsés que la policía política tiene en su “tiendecita de horrores” vendría por decantación.

El asunto será un producto agregado dentro de una dinámica desde hace algún tiempo predeterminada por influyentes grupos de poder.

En realidad nadie sabe el final de algo que nace y ojala que no sea como un árbol torcido, porque como bien afirma el proverbio, jamás su tronco endereza.

De acuerdo a la evolución de los acontecimientos, se vislumbra que en primer lugar estarán los esfuerzos por ayudar al desarrollo de los timbiriches que eufemísticamente llaman negocios particulares y como dije antes, que un granjero de Iowa, un estudiante de cualquiera de las universidades de la Unión o un jornalero de Michigan vengan a conversar con los moradores del Parque Jurásico del Caribe que empieza en el Cabo de San Antonio y termina en la Punta de Maisí.

Esas son las herramientas para destrabar los nudos que mantienen atado el futuro del país a la ortodoxia de la élite de poder encabezada por Raúl Castro.

¿Qué surgirá de las ruinas del castrismo?, ¿un capitalismo de estado amparado bajo los toldos de una seudodemocracia?

Realmente, esa sería una de las posibles derivaciones de una estrategia que se explica a partir de los imperativos de la realpolitk.

Estados Unidos como país independiente y soberano vela por sus intereses. Más allá de eso, lo que hay es espejismos e interpretaciones fundamentadas en la simplicidad y los desaciertos.

Lo mayor preocupación en torno a Cuba es que no ocurra una ruptura del sistema que degenere en focos de inestabilidad social, pues un escenario de tales características traería aparejado un éxodo masivo con todo lo que eso representa en materia de seguridad para la región, entre otros entuertos de índole geopolítica.

Sería injusto calificar de insensibles a las autoridades norteamericanas frente a la problemática cubana, pero es oportuno esclarecer el orden de las prioridades de una superpotencia y dejar a un lado las ingenuidades. Hay que comprender los tejemanejes de la política.

A modo de síntesis, habría que decir que nos adentramos en un túnel sin tener tan siquiera una idea de cuál es la salida.

La democracia debe esperar nadie sabe cuánto para su definitivo regreso sin amputaciones ni espurios apéndices.

También los presos políticos que languidecen en celdas de castigos o en cubículos atestados de delincuentes comunes.


 

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