Es conocido como culto a la personalidad o culto a la persona, a la adoración y adulación excesiva de un caudillo vivo, carismático y por lo general unipersonal, especialmente en las dictaduras a la persona del dictador.
Hace ya algún tiempo (demasiado) los cubanos nos hemos visto sometidos a una avalancha mediática que pretendió y pretende, mediante la celebración de un onomástico, mantener activa en el subconsciente de las masas la presencia del líder supremo de la revolución del 59.
Dicha avalancha nos ha impactado desde todos los medios de comunicación del Estado, ninguno escapo de esa obligación, la prensa plana, la radio y muy especialmente la televisión que es la más popular, la de más audición; la frecuencia con que se repiten los spot, series y mini series dedicadas exclusivamente a exaltar la figura y obras del comandante es agobiante, de un machacante empalagamiento que quita hasta el apetito, que llega a molestar incluso a los propios adeptos al régimen castrista, la orientación partidista llego también a las instituciones estatales y centros laborales de todo el archipiélago, ¡A poner pancartas se ha dicho, a emular por la adulación al caballo!
La ocasión ha sido propicia a toda especie de adulones y arrastra panzas, que aprovecharon la oportunidad de demostrar públicamente su lealtad infinita por el inquilino de punto cero (que nunca es tarde para cosechar prebendas o capturar al vuelo un hueso lanzado desde la mesa de la familia presidencial). Los epítetos glorificantes han sido muchos, de hecho, pareciera una competencia escolar para ver quién es el mejor en el arte de la guataquería: el pionero mayor, el deportista mayor, el hijo predilecto del Apóstol (Martí no deja de revolcarse en su sepulcro), el amigo bueno, el padre de todos, el moringero mayor (esa es mía claro está) etc., nada que es vomitiva esta situación. Los Kim de Corea del Norte se quedaron momentáneamente chiquitos, Kim junior en la lejana (gracias a Dios) Pyongyang, debe estar reflexionando sobre si su título de Nuevo Sol del siglo XXI es lo suficientemente glorioso.
Pero la mayor falacia que nos tratan de vender los expertos en propaganda del régimen, lo es el supuesto hecho de que el mundo entero celebro los noventa años de Castro, ¡mentira! nadie se cree esa tontería, ni el más ingenuo se lo cree. Es que es loca la idea de exaltar a una persona que se encargó de destruir una nación, no solo económicamente, sino además destruyo utilizando como martillo la ideología marxista, los valores morales de todo un pueblo. Baste mirar a su alrededor para darse cuenta de esta triste realidad, por lo que todo resulta en un montaje de teatro bufo, risible desde nuestra idiosincrasia, que los cubanos nos reímos de nuestras propias desgracias, mecanismo natural desarrollado por nuestro organismo durante casi 60 años para no morir de rabia e impotencia. Baste decir que el cumpleañero, incumplió con promesas ineludibles como restaurar la Constitución del 40 (la más avanzada de su época), que era restaurar la democracia violentada por Fulgencio Batista con su marzaso, pues no, treinta minutos después de instalarse en el poder decidió que la democracia era una tontería pequeñoburguesa y que era más sabroso mantenerse en el poder.
Pero por suerte los cubanos tenemos un arma secreta, ¡ el paquete! Mediante este bendito invento nos escapamos del bombardeo ideológico a que somos sometidos de manera permanente los residentes en la Isla; nos sumergimos en un mundo de ensueño para un poco olvidar los muchos o pocos problemas, para aislarnos imaginariamente de una realidad cruda, aplastante. Aun así, a los que tienen la sarten por el mango no cejan en su empeño por mantener la mentira de un socialismo próspero y exigir más esfuerzo y trabajo. Como dirían los amigos colombianos: ¡que joda tan verraca!
