La Ciudad Pesquera ubicada en Manzanillo, provincia Granma, es una comunidad que se encuentra formada por casas que tiempo atrás se construyeron para los pescadores y de ahí su nombre. Son pocas las edificaciones que guardan su estructura original y se encuentran arregladas y pintadas; la mayoría -dada la falta de recursos económicos- se ha ido deteriorando y han perdido su forma original; pero también hay otras que por el crecimiento del núcleo familiar han sido divididas en varias partes, formando verdaderos albergues de familias; porque como bien se conoce, adquirir una vivienda para los cubanos es casi imposible.
Una gran inversión tiene que haber causado la reciente construcción de una Delegación Policial con muros de unos 3 metros de alto y una sola entrada que muchos la identifican como una cárcel, cerca de esta comunidad que es muestra de derroche de materiales; sin embargo, detrás queda la mirada de un pequeño poblado que surgió hace más de 20 años, sin que el gobierno municipal escuche el dolor de sus pobladores.
Otro sitio bien conocido es Cantarrana, a la que todos llaman “Mierda Seca” por la cantidad de casas de adobe (tierra amarilla y piedras) que están allí enclavadas. Situada cerca del litoral y bañada por las aguas del Golfo de Guacanayabo, el salitre del mar penetra sus paredes y las va derrumbando poco a poco, quedando una o dos piezas levantadas que pueden ser un cuarto habitado por varias personas y un espacio que sirve de sala, cocina y baño. Pero lo que más impacta son las casitas de pequeños pedazos de latas viejas o de zinc que se han levantado hace 20 años por los pobladores de allí.
Cuentan -como una historia increíble- que en esos años han pasado más de 12 delegados del Poder Popular y funcionarios del Partido con la promesa de entregarles una vivienda o cuando se termine la construcción de algunos edificios, mudarlos, pero se desconoce qué día ni qué año.
Ahora los llaman ilegales, pero pagan los Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) para lo cual no los consideran fuera de la ley. El delegado de este Consejo No.1 se llama Alfredo Corrales y en su agenda para la población solo hay palabras, que si bien tienen esperanza y aliento para un futuro mejor, son las mismas que están cansados de oír los residentes del lugar.
Así se puede comprobar en el caso del señor Víctor Manuel Rosales Castillo, jubilado con 270 pesos cubanos (cup), unos 11 dólares mensuales; un ciclón le tumbó su casa y los vecinos le levantaron un cuarto con pedazos de latas para que pudiera al menos dormir; el contador de la electricidad se le quemó y un inspector de la Empresa en cuestión se lo llevó y nunca más se lo instalaron; por lo que carece de electricidad, agua potable y hace sus necesidades fisiológicas al aire libre. Aunque no se acuerda bien de su edad, no se olvida de tener una comida frugal al lado de dos perros flacuchos, cerca de lo que en un tiempo fue su casa y así rememora mejores tiempos pasados.
Lo que parece una justificación para evitar la ayuda, es que el Delegado le pide como solución esencial la propiedad de la casa que perdió, para llevar a cabo el trámite de gestionarle en la vivienda un lugar para residir. Esto paraliza todas sus posibilidades y las tiende a cero, porque él no posee ningún documento del lugar donde vivía.
Sin lugar a dudas el problema de la vivienda es una de las situaciones críticas que existe en el país, acompañada como es natural de otras muchas complicaciones, que han llegado a alcanzar este punto máximo debido a la desidia que existe en el país con relación la sociedad.
Lograr mejorar las pésimas condiciones de vivienda de un grupo bastante grande de cubanos en toda la isla, está vinculado con la voluntad política que deben tener los que dirigen el país, pero es precisamente esto lo que no existe.
Manzanillo, diciembre de 2016.