El rapero disidente, Ángel Yunier Remón Arzuaga (El Crítico), aguarda por la sentencia del Tribunal Provincial de Granma, donde lo juzgaron recientemente por un delito de atentado a la Seguridad del Estado. La Fiscalía pidió siete años de cárcel.
Para los opositores Alexander Otero y Rubisnel Villavicencio, la petición fue de siete y seis años, respectivamente. La Dama de Blanco Yaquelín García Jaen, podría enfrentar cinco años de prisión domiciliaria.
De acuerdo al proceder en este tipo de casos es poco probable que disminuyan las condenas, mucho menos para El Crítico, que fue sacado a rastras del Tribunal por sus denuncias de los atropellos que sufre en la cárcel, donde se encuentra desde marzo de 2013, según un reporte publicado en el sitio digital Martí Noticias.
Si bien es cierto que ha descendido el número de personas condenadas por delitos políticos con respecto a años anteriores, hay indicios de un posible cambio en esa tendencia.
Los datos sobre la merma en los encarcelamientos hay que asumirlos con cautela. El régimen cuenta con un rosario de figuras delictivas, que en esencia no son políticas, pero sirven de coartada para poner tras las rejas a los que se pasen de la raya.
Esa táctica no debe ser soslayada en un ambiente que continúa crispado y donde la impunidad de los victimarios sobrepasa cualquier valoración por muy objetiva que sea.
Está claro que la élite de poder no va a vacilar en la aplicación del garrote, en todas sus variantes, con tal de mantener sus prerrogativas.
A fin de cuentas no hay compromisos serios con la comunidad internacional, ni presiones que obliguen o sugieran la instauración de un Estado de Derecho en la Isla. Por tanto las esperanzas de que acaben las violaciones a los derechos humanos son prácticamente nulas.
Este ámbito permanecerá sujeto a la circunstancialidad. Es decir que cada excarcelación o “gesto humanitario” responderá a los dividendos políticos, económicos o mediáticos a obtener, en un juego que comenzó hace más de 50 años.
En el encuadre de la geopolítica, los activistas pro democráticos no aparecen en los primeros planos.
Aunque no se propale a los cuatro vientos, se sabe que la percepción sobre Cuba siempre ha sido la de un país bastante normal dentro de los cánones regionales.
Por desgracia, los enfoques de la prensa acreditada o su silencio, y por otro lado los espaldarazos de políticos y personalidades a la nomenclatura, terminan subvirtiendo la realidad.
Mientras se resalta el bajo impacto de las actividades de la oposición en la sociedad, sus errores y su falta de articulación, se omiten los actos que dan fe del terrorismo de Estado y que definitivamente impiden cualquier intento de organizarse o expresarse libremente.
En Granma ha concluido otro juicio sin las debidas garantías procesales. Varios opositores cumplirán las sanciones que determine el Tribunal y ni pensar en apelaciones.
De acuerdo a informaciones de Yudisbel Roselló, la esposa del Crítico, cuando se lo llevaban a la fuerza de la sala donde lo juzgaban gritó “Abajo la dictadura”.
Con ese agravante corre el riesgo de que aumente su condena y quizás antes de lanzarlo a una celda de castigo le hayan propinado una soberana paliza.