El indulto de al menos una parte de los presos políticos cubanos depende de la evolución en las conversaciones que sostiene el régimen de la Isla con Estados Unidos y la Unión Europea.
Se trata de una vieja coartada para sumar dividendos políticos o económicos en este caso frente a protagonistas de primera línea en los asuntos del mundo.
El plan de la nomenclatura es un remedo de lo que ha ocurrido en similares circunstancias. Es decir que no hay ni una pizca de novedad en lo que se trama a la sombra del actual proceso de reformas económicas lastrado de pausas y ambigüedades.
La visita del Papa Francisco a la mayor de las Antillas, sirvió para esclarecer las intenciones del general-presidente.
La no inclusión en la lista de indultados de personas encarceladas por manifestar públicamente sus desacuerdos con el estatus quo, ofrece los elementos para entrever los hilos de la mezquindad y el utilitarismo.
Resulta patético que las liberaciones se hayan interpretado como un gesto de buena voluntad de la dictadura. ¿Qué significan los 3522 presos comunes excarcelados frente a una población penal que, según organizaciones defensoras de los derechos humanos, sobrepasa los 60 000, incluyendo los políticos?
Fuentes consultadas en varios territorios del país, alegan que varios de los reclusos que se beneficiaron con los recientes indultos han regresado al cautiverio.
Más allá de los obstáculos para confirmar la veracidad de la nota, las particularidades del contexto ofrecen un amplio margen de probabilidades para creer que los hechos superan las barreras del rumor y la especulación.
Ir a la cárcel en Cuba sin el cumplimiento de las garantías procesales y sin fundamentaciones razonables, es parte de una rutina que describe la institucionalización del terrorismo de Estado.
La ansiada reforma del código penal y una amnistía tan siquiera limitada se alejan de los pronósticos a corto plazo.
En algún momento, quizás en los próximos meses, el gobierno cubano vuelva a recurrir al indulto ¿de presos políticos? con el objetivo de maximizar los beneficios en los acuerdos que se negocian con Bruselas y Washington.
A la espera de ese momento, están los más de 60 prisioneros políticos y sus familiares.
De todas formas, como cabe esperar, el regreso al hogar estará acompañado de puntos suspensivos.
El retorno al mundo de los barrotes y los candados por volver a pasarse de la raya, es una posibilidad que mantiene su lugar dentro de la lógica de los mandamases del partido único y el Ministerio del Interior.
Entre los trajines de la supervivencia y la implacable represión, el cubano de a pie continúa mirando con fastidio sus diezmadas reservas de esperanza en un futuro mejor.
Por otro lado, los presos políticos se las ingenian para añadirle tramos a su resistencia en las penumbras sin dejar de pensar en el fin de un modelo inoperante y abusivo.