Parecía que era Eterna hasta que una madrugada del 26 de abril de 2015 una pedrada le destrozó el bazo y se desangró hasta morir. Nacida en el cuerpo equivocado, a los quince años se auto inoculó el virus del VIH en un gesto desesperado. “Mami, ¿por qué no me pariste hembra, si yo soy tremenda mujerona?”, le decía a Berta Robaina. Esta madre hasta hace poco aseguraba: “Tengo tres hijos”, pero actualmente aclara: “tenía, tenía… ahora solo tengo dos”.
La muerte de Yosvani Muñoz Robaina fue como su propia vida: dura y breve. Una madrugada de finales de abril, cuando ya se creía invicta ante los prejuicios, los maltratos y el sida, un grupo de adolescentes le lanzó una andanada de piedras que terminó con su vida. Horas después saldría el sol, mientras su cuerpo sin vida aguardaba en el Policlínico Pedro Borras, en Pinar del Río. Para los machos remachos de la zona, solo había muerto “un maricón más”.
“¿Tú ves cómo tengo arreglado este pelo? Ese fue Yosvani”, cuenta Yanet, quien en su carné de identidad aún lleva el nombre de Maikel García y es licenciado en enfermería. La Eterna le hizo aquel peinado días antes de morir, cuando a nadie se le pasaba por la cabeza que esa muchacha delgada y vivaracha sería otra víctima fatal de la violencia y el escarnio, mientras estaba con unos amigos en el céntrico Parque Roberto Amarán. “Estaba muy motivada arreglando pelo, dando tintes, poniendo extensiones, estaba tranquila… más que nunca”, relata la amiga. La muerte de Yosvani Muñoz Robaina fue como su propia vida: dura y breve…
Yanet lleva la línea de ayuda telefónica en el programa de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS)/VIH-Sida de la capital pinareña. Con resignación, narra cada detalle que pueda trazar los contornos de La Eterna, o La Invicta, como también le decían. “A pesar de ser muy joven cuando se enfermó, era muy responsable con su padecimiento, leía todo el material que le caía en las manos referente al SIDA, los retrovirales, las medicinas que debía tomar”. Hace unos años, “estaba muy frustrada y deprimida cuando se inyectó el VIH, pero nunca tomó venganza por sus problemas contra el mundo. Al contrario, era muy sociable, cariñosa y servicial”, apunta.
Pinar del Río es como uno de esos espejos de agua sin movimiento, una ciudad donde parece que no pasa nada, pero la muerte de Yosvani no deja de generar olas. Los rumores van y vienen, crecen y se desbocan. Crimen de odio, asesinato pasional o una simple broma de muchachos que solo salió mal: es difícil precisar qué fue lo que pasó aquella madrugada letal. Las autoridades no se pronunciaron y los medios de prensa han guardado un incómodo silencio, de manera que las especulaciones ganan la pelea a la realidad.
“Es cierto que este hecho es inédito en Pinar del Río, pero eso no quita que nos acosen y agredan verbalmente”, cuenta Yanet al detallar esa ruta de la constante amenaza. “Lo he sufrido en carne propia en la calle con verdaderas groserías que me dicen, a algunos amigos que son travestis los han discriminado en sus propios trabajos por asumir su personalidad en público”, dice.
“Lo de las pedradas no es algo nuevo, eso lleva ocurriendo desde hace cerca de tres años y nadie hace nada”, cuenta un conocido de La Eterna que muchas veces compartió noche en el parque junto a ella. Asegura que “tirarle piedras a los maricones es fácil, nosotros solo corremos y para ellos es como una gracia”. El drama, sin embargo, no terminó con el último suspiro de Yosvani, ni siquiera es exclusivo de las lágrimas de su madre Berta. Los victimarios también están atrapados en la tragedia, especialmente aquel joven que con apenas solo 17 años lanzó la pedrada mortal acabando con la felicidad y la vida de La Eterna.
“Mariela Castro va a venir al juicio”, se rumoreaba en las esquinas pinareñas, como si las leyes fueran cosa de personalidades y no de la justicia. “Ahora los van a castigar duro para que todos aprendan”, aseguran otros más cercanos a la víctima. Hasta hoy, sin embargo, aún no se ha fijado una fecha para la vista oral y cada día que pasa el tema da un nuevo giro y la comunidad LGBT deshoja la margarita de la espera.
“Lo hicieron -especula otro transexual que prefirió el anonimato- porque todos esos muchachitos están descargando su frustración existencial en nosotros”. Según esta versión, los victimarios no son más que damnificados de una manera de pensar y de actuar frente al diferente. En fin de cuentas, han nacido en un país donde las discrepancias se han dilucidado por mucho tiempo a trompadas o a través de actos de repudio.
Las autoridades gubernamentales de la provincia mostraban, o aparentaban, su desconocimiento sobre lo ocurrido. En la oficina de atención a la población del Poder Popular Provincial, la funcionaria Maisbel Padrón Castillo mostraba un rostro de asombro al escuchar la noticia de la muerte del transexual. “No sabía nada, ¿cuándo pasó eso?”, preguntó con estupor. “Le informaré a mi superior, pero este asunto es competencia de la Policía Nacional Revolucionaria”, escurría la responsabilidad.
Las potenciales víctimas de estos actos no han logrado unirse. “No, aquí, hasta donde yo sé no existe una comunidad LGBT estructurada en Pinar del Río”, detalla Yanet. “Los travestis, homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales nos reunimos espontáneamente en el parque Roberto Amarán”, donde murió La Eterna. “Antes íbamos a las cercanías de la terminal de ómnibus, pero la policía nos sacó de allí”, porque “parece que esto le incomodó a alguien y nos sacaron, hace un tiempo, alrededor de tres años”, agrega.
“Por aquí no ha venido nadie, ¿qué es eso del Cenesex?”, pregunta con una dolorosa ingenuidad la madre de La Eterna. Ni siquiera a pocos días de su muerte le habían entregado el certificado de defunción. “Su ropa todavía está en medicina legal y, hasta donde yo sé, no ha habido más detenciones”. La señora, con el rostro marcado por el dolor, “Parece que todavía están en investigaciones, espero que cuando vayan a celebrar el juicio me avisen”, dice.
Una foto de Yosvani puede verse sobre el mueble del televisor en la modesta casa donde vivía con su madre. “¿Verdad que era linda?”, comenta Berta mientras se le ilumina la cara por un momento. En la imagen hay una joven con los labios pintados, las manos detrás de la cabeza y unos aretes rojos y llamativos. “Siempre me dijo que era una mujer, desde chiquitico, siempre fue así”, cuenta la señora. “Él siempre fue homosexual, pero sumamente femenino, después se empezó a hormonar poniéndose estrógenos, se puso más bonito, digo bonita”, rectifica.
“Se enamoró de un hombre mayor que ella, que ahora tiene como 40 años y está casado”, relata. A pesar de que le parecía imposible, “Yosvani decía que era el hombre de su vida”, recuerda Berta, y “eso le devolvió las ganas de vivir”.
“¿Su padre?”, pregunta la señora en voz alta, “ese nunca se ocupó de él, ahora es un anciano y vive en Pilotos, pueblo del municipio de Consolación del Sur”. Así que “yo fui madre y padre, pero ¿podemos dejar a ese señor tranquilo, no quiero hablar más de él, hablemos de cosas agradables”.
“Su sueño fue ser completamente una mujer, sí, sí… con todo, sus partes y todo”, prosigue Berta. Sin embargo, la muerte se cruzó en el camino de La Eterna antes de que pudiera acercarse siquiera a una cirugía de cambio de sexo.
“¿Quieres tirarle una foto?”, pregunta Berta mientras acerca la foto al lente de la cámara. “Claro, claro, mira que linda estaba ese día”, y rompe a llorar.
En el Tribunal Provincial de Pinar del Río se celebró el juicio por el homicidio de Yosvani Muñoz Robaina, La Eterna. La fiscalía solicitó diez años de privación de libertad para los dos acusados por la muerte a pedradas del transexual, el 26 de abril de 2015. En medio de un gran operativo policial y con una sala abarrotada de personas, se desarrolló la vista oral y pública que quedó concluso para sentencia.
La licenciada Consuelo León Valle basó la defensa del encausado Reyner Orlando Pérez de 25 años, en la presunta inocencia de este. La abogada alegó el carácter circunstancial de las pruebas que daban margen a “una duda razonable”. Especialmente porque ninguno de los 16 testigos que comparecieron ante el tribunal lograron identificar físicamente a los acusados como los perpetradores del homicidio.
Por su parte, la licenciada Maite Lemus Mitjans pidió una rebaja de la pena para su defendido Mario Luis Arango Martínez, de 18 años. La abogada argumentó para la reducción de la condena a cinco años de prisión la “juventud” del acusado y su “inmadurez”. También mostró los resultados de los exámenes psicométricos que le fueron aplicados al joven en el Departamento Técnico de Investigaciones de Pinar del Río, que arrojaron una “personalidad inmadura, rayando lo infantil”.
La jurista agregó que Arango Martínez aún “no tiene conocimiento entre el bien y el mal”. Por lo que solicitó a la jueza que “humildemente tenga en cuenta todos esos elementos atenuantes para dejar la condena en cinco años”.
Después de un mes de interrogatorios, el Departamento Técnico de Investigaciones de la provincia inculpó a Reyner Orlando Pérez, con quien en el pasado había sostenido una relación amorosa. Varios testigos describieron a “dos hombres con pulóveres puestos en la cabeza, uno negro y otro blanco”. Algunos conocían personalmente a Reyner Orlando Pérez de ocasiones anteriores, pero no pudieron identificarlo como uno de los individuos que lanzó las piedras que causaron la muerte de La Eterna, tampoco a Mario Luis Arango Martínez.
La fiscalía mostró los resultados de unas pruebas de olores realizadas a pocas horas del homicidio, en la que se utilizaron perros especializados en seguir rastros. A partir de las piedras que se encontraron en el lugar del incidente se trató de localizar la dirección hacia la que habían huido los perpetradores, pero los animales sólo dieron vueltas en las calles aledañas al parque Roberto Amarán de la capital pinareña.
La fiscalía basó la mayor parte de su estrategia en la confesión que realizó Mario Luis Arango Martínez.
Según lo informado en la vista oral, el joven “se puso nervioso cuando se enteró de la muerte de La Eterna” y decidió entregarse a la policía. Después de un mes de interrogatorios, el Departamento Técnico de Investigaciones de la provincia inculpó a Reyner Orlando Pérez, con quien en el pasado había sostenido una relación amorosa. Aunque el vínculo de pareja estaba roto, seguían compartiendo la misma vivienda.
Al indagar sobre las causas que llevaron al lanzamiento de las piedras, Arango Martínez, el más joven de los acusados, alegó que fue “un chiste, algo para pasar el tiempo, algo gracioso”, porque “me sentía aburrido”.
Reyner Orlando Pérez, quien también firmó una confesión, declaró en el juicio que en la prisión donde esperó juicio fue “atropellado y sufrió mucho”. Mencionó que resultó “avasallado por un capitán de apellido Enamorado” y que “la declaración que hice de mi puño y letra al igual que la reconstrucción de los hechos fue bajo presión”.
Al indagar sobre las causas que llevaron al lanzamiento de las piedras, Arango Martínez, el más joven de los acusados, alegó que fue “un chiste, algo para pasar el tiempo, algo gracioso”, porque “me sentía aburrido”. También confesó que “no era primera vez que lo hacía” y dijo no tener ningún vínculo previo con La Eterna.
La madre del fallecido apenas pudo declarar como testigo, por la tristeza que la embargaba, pero aseguró que “sé del sufrimiento de las dos madres de estos acusados, pero por lo menos ellas tienen el consuelo de volver a ver a sus hijos, yo no voy a poder volver a ver nunca más al mío. Lo único que quiero es que se haga JUSTICIA”.
Yosvani Muñoz Robaina falleció en la madrugada del 26 de abril de 2015 como consecuencia de múltiples confusiones provocadas por una andanada de piedras que le fueron lanzadas. El homicidio de La Eterna ha provocado indignación y preocupación en la comunidad LGBTI cubana.
… así como la Eterna, suceden a diario violaciones en contra de la comunidad LGBT y a los Enfermos de VIH-SIDA en Cuba y principalmente en el Occidente Pinareño. Es hora de decir BASTA y unir nuestras fuerzas y luchar no solo por que la sociedad los acepte tal y como son, sino porque este gobierno cubano que tanto daño nos hace a todos no nos pongan más limitaciones y nos dejen ser parte de esta Cuba en la que nacimos y vivimos, nosotros somos seres humanos y por nacer en este país tenemos los mismos deberes y derechos que todo cubano. Esta de mas decir la Discriminación que existe hacia los enfermos de VIH-SIDA que resulta cuando menos paradójico que, después de tantos años de saber qué es el sida y cómo se transmite el virus que lo causa, las personas con el VIH deban a menudo ocultar su estado si no quieren arriesgarse a verse privadas de los mismos derechos que disfruta el resto de la ciudanía, a ser excluidas de la sociedad o, incluso, marginadas por los seres queridos que supone una vulneración de los derechos humanos y, por tanto, cuestiona los cimientos de cualquier sociedad democrática, pero además obstaculiza de raíz cualquier esfuerzo en materia de prevención para contener la propagación de la enfermedad. Les exigimos de una vez y por todas a la familia Castro que nos den la LIBERTAD que merecemos y nos permitan ser parte de nuestra sociedad.
Nosotros también queremos vivir y ser uno más.