A principios de los años 90 surgen los denominados Puntos de Control, situados en su gran mayoría en los límites de los municipios o cabeceras de provincias, dirigidos por oficiales de la PNR (Policía Nacional Revolucionaria) tenían como objetivo inicial regular el tránsito y “proteger” a la población.
Con el decurso del tiempo estas instalaciones policiales se han convertido en antros de corrupción, represión y extorsión a viajeros y pequeños negociantes, que transitan entre las provincias y municipios del país, maltratando a la población que viaja en los ómnibus urbanos y en camiones preparados al efecto. Sin embargo dan vía libre a los autos privados que se dedican a la transportación de pasajeros, más conocidos como “boteros”.
Esta reportera fue víctima de hechos como los descritos y se dio a la tarea de investigar, con fuentes que aunque prefirieron el anonimato, aportaron datos de gran interés.
Conversando con un señor que es chofer de un camión particular, que se dedica a transportar productos agrícolas para el mercado agropecuario ubicado en Valle Grande, limítrofe con la provincia de Artemisa; que se identificó con el nombre de Henry, narró cómo tiene que “tocar” (dar dinero) a los del Punto de Control de la entrada de la autopista en la carretera de San Antonio de los Baños, para no verse sometido al hecho de que le decomisen la carga y le pongan multa; a pesar de llevar los papeles y la carga legal.
También alegó que estas prácticas son cotidianas en los puntos ubicados en la carretera de Bejucal hacia el poblado del Rincón; y de igual forma en la intersección que conduce desde el municipio de Batabanó al capitalino Cotorro. Henry agregó: “tienen todo monopolizado”.
Otra persona con la que conversé fue con Omar, chofer de un auto que se dedica al llamado boteo de pasajeros, este fue más drástico y dijo que el chofer que no pagara 5 CUC diario en el punto de Valle Grande, no podía trabajar más en la ruta que va desde Güira de Melena al Cine Lido en Marianao.
En lo personal fui testigo de la represión que sufre el pueblo que viaja en los más económicos camiones de pasajeros, los choferes al negarse a pagar por tener convenios con las terminales municipales, tienen que someter a sus pasajeros a rigurosos registros, dejándolos al sol por tiempo indeterminado, sin importarles que en ellos viajen niños y ancianos e incluso mujeres embarazadas.
Durante ese proceso multan y detienen a los que transportan algún tipo de mercancía que compran en los establecimientos estatales y que según ellos es “contrabando”. En fin todo un maltrato al pueblo por parte de los que supuestamente deberían proteger y cuidar a los ciudadanos.
Es bastante evidente que los llamados puntos de control son una buena fuente de ingresos para los que allí laboran, que sin dudas son los que contribuyen a hacer la revolución de los humildes, por los humildes, y a costa de los humildes.
Artemisa, 24 de setiembre de 2015.