Ahora que para muchos puede ser pecaminosa y desfasada la rebeldía y la oposición contra el régimen cubano, en estos tiempos de travestismo oficial en los que los funcionarios de cultura repescan mediocres y anuncian que habrá mentol chino para los que regresen con sus viejas heridas, hay que volver a los legítimos, a los intelectuales que, desde un sótano en La Habana o en una isla en otra parte del mundo, hacen su obra y desprecian el arrebol de la dictadura y sus amigos.
Hablo de dos poetas importantes en la literatura cubana: Rafael Alcides Pérez y Manuel Díaz Martínez. El primero, en su insilio habanero y el otro en su largo exilio español que lo ha hecho ya parte de la vida literaria y del paisaje de Las Palmas de Gran Canaria.
Ellos están condenados a ser sistemáticamente olvidados por los cómplices del castrismo y por quienes luchan por aparecer otra vez en las postalitas gubernamentales, como si la trascendencia de un escritor dependiera de los panfletos y las cirigañas que se preparan en el aparato propagandístico del partido comunista con instrumental cibernético y factura de Corea del Norte.
Rafael Alcides y Díaz Martínez no son unos santurrones, ni unos héroes, ni un ejemplo para todos como les gusta decir por allá. Son hombres lúcidos y coherentes que pagan con su vida diaria y sus lejanías el precio de escribir en libertad y de ser coherentes a la hora de enjuiciar sin anestesia lo que pasa en su país.
La obra de Díaz Martínez, ampliamente publicada en España, incluye títulos como Sólo un leve rasguño en la solapa, Paso a nivel y Un caracol en su camino. El poeta colabora como columnista con piezas sobre Cuba, su realidad y su literatura en varios diarios españoles. El poder de su poesía y su apego a la tierra donde nació tiene una clave especial en estos versos de su antológico poema titulado ¿Quién?: Quien habita la casa que habité:/quién toca las maderas que toqué,/quién ve los resplandores que yo vi,/quién vive las penumbras que viví, quién sueña en la ventana que soñé”.
Rafael Alcides Pérez tampoco publica en Cuba y ha rechazado o devuelto las medallas de cartón piedra que da el gobierno. Escribe artículos como periodista independiente y su obra narrativa y sus poemas se publican también en España y algunos países de América Latina. Estos versos son de un poema dedicado a su hijo Rubén: ¿En qué patria estamos ahora?/¿la patria lejos de lo que se ama…?/¿La patria, donde falta un cubierto a la mesa,/donde siempre sobra una cama?”
Estos no son dos escritores solitarios, delirantes y temerosos. Se trata de dos poetas libres, uno dentro y otro fuera de Cuba, que no creen en los disfraces de los totalitarios.
Acabo de leer en una nueva edición de Persona non grata, de Jorge Edwards, una carta hasta ahora inédita de Guillermo Cabrera Infante que suscribirían Díaz Martínez y Rafael Alcides. El autor de Tres tristes tigres le dice al escritor chileno: “No hay posible delirio de persecución allí donde la persecución es un delirio”.
Madrid-Octubre 31, 2015
Tomado de www.elnuevoherald.com