Martes , 27 Junio 2017
Palizas exportadas

Palizas exportadas

La VII Cumbre de las Américas quedará en la memoria del continente como una reunión histórica. Pero los especialistas, que han dejado la palabra en el puro hueso, han olvidado mencionar un tema que reafirma la historicidad de la cita. Las democracias de la región, con Estados Unidos a la cabeza, bendijeron y le abrieron los brazos a la dictadura cubana que llegó a Panamá en pijama, como si estuviera en casa, tal y como funciona desde hace más de medio siglo, a pedir dinero y a darle garrotazos y descalificar a los representes legítimos de la sociedad civil.

Lo que fulgura en la provisionalidad de los titulares de los medios es la foto de Raúl Castro y de Barack Obama que se dan la mano mientras sus colegas aplauden sorprendidos y emocionados. Por ninguna de las cuatro esquinas de las fotos se puede ver que, detrás de esos gestos que dictan los intereses económicos de los empresarios norteamericanos y la ruina del socialismo, está la garantía de la supervivencia del totalitarismo en un país sin libertad donde los derechos humanos son una frase sin contenido o un delito.

La delegación oficial de Cuba estuvo conformada por pelotones de gorilas y funcionarios que dirigen las asociaciones de guatacas que paga el Gobierno. Ellos se encargarían de las palizas a opositores y disidentes y de tratar de impedir que la voz de los cubanos de la isla se escuchara en los foros sociales organizados alrededor de la Cumbre.

En esa vanguardia viajó también Rodrigo Malmierca, el ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera que convocó a líderes empresariales de América a visitar Cuba para trabajar en la “concreción de negocios mutuamente beneficiosos”.

Poco después de su llegada a Ciudad de Panamá, Raúl Castro, sin quitarse la corbata del viaje, sostuvo su primera reunión con Thomas Donohue, Presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos.

Fuera de esa actuación triunfal en la que la dictadura militar de Cuba reclamó dólares y exportó sus métodos represivos, la VII Cumbre de las Américas tuvo un desarrollo bastante tradicional. Los 35 jefes de Estado y de Gobierno no consiguieron acuerdos para suscribir un documento abarcador de los asuntos más importantes, igual que sucedió en el cónclave anterior en Cartagena de Indias, en 2012.

Evo Morales y Nicolás Maduro trabajaron como antiimperialistas profesionales.


 

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