Es común escuchar en las calles cubanas -sobre todo en las paradas de ómnibus- que la situación del transporte es una catástrofe insoportable. Es también frecuente contemplar ómnibus atestados con personas aferradas o casi colgando de sus puertas, las que milagrosamente no se desprenden agobiadas por la presión y el peso de los pasajeros; pero la grave situación del transporte en Cuba y sobre todo en la capital no se limita al mal estado de los ómnibus, ni a la excesiva cantidad de pasajeros que se transporta en ellos.
En los últimos tiempos hay que sumarle a todas estas adversidades, la despreocupación por parte de los responsables del transporte público por la seguridad de los pasajeros. Un ejemplo de ello es lo que sucede en la ruta P12, que parte desde la base de transporte de Santiago de las Vegas en el municipio Boyeros, en esta capital. Es fácil apreciar como en algunos de estos ómnibus, el piso presenta roturas o huecos que pueden provocar accidentes y lesiones de gravedad.
Se pueden apreciar tablones carcomidos en algunas zonas del piso, bastaría que se quebrara una parte, para que los pies del viajero se precipitaran hacia el vacío, que pueda haber debajo. Esto obliga a los viajeros a tomar precauciones, de modo que no solamente es peligroso el hecho de viajar comprimido o colgando de las puertas, sino que también lo es estar dentro del ómnibus.
Por su parte los encargados de velar por el correcto funcionamiento de estos medios de transporte, no parecen preocupados o sentirse mínimamente responsables con respecto a esta situación, hasta el momento no han hecho nada para remediarla; siendo promotores de la irresponsabilidad, pues de suceder algún accidente seria naturalmente debido a esta despreocupación.
Algunos de los pasajeros agobiados por sus necesidades cotidianas, y protagonistas a la vez del exceso de pasaje; ni reparan en estos huecos en el piso de los P12 y en el peligro que representan.
La Habana, 27 de enero de 2015.